Desde hace más de 40 años sigo conservando en
un cajón de la cocina de casa el abrelatas “El
explorador español” que sigue funcionando como el primer día. Tal
adminículo, práctico y de fácil manejo, fue obra de José Valle Armesto, que lo patentó. Valle, nacido en
Vilaseca-Riotorto, por entonces concello de Nogueira (Lugo), abrió un taller en
Gijón en 1906 para fabricar abrelatas y facilitar la labor de las empresas
conserveras de la zona. Por aquellos años, otro industrial, Mateo Alvargonzález había abierto la
primera empresa conservera en recipientes de hojalata, treinta años después de
que el británico Peter Durand los
utilizase por primera vez para avituallar a las tropas durante sus
desplazamientos por maniobras militares. José Valle Armesto se casó dos veces.
Con la primera mujer tuvo tres hijas y
un hijo. Con la segunda, María Luisa
Trabanco Pérez, tuvo una hija, María Jesús Valle Trabanco, que acabó
heredando la empresa que había gestionado su padre durante más de medio siglo.
Se sabe que la última vez que se renovó la patente en la Oficina de Patentes y
Marcas fue el 31 de agosto de 1966. El abrelatas patentado por Valle tenía
cuatro aplicaciones: abrir latas, servir de destornillador, perforar latas con
una pequeña presión y servir de abrebotellas con tapón de corona.
Posteriormente, de su taller salieron tapones de porcelana para gaseosas y
llaves de alambre para las lengüetas de los botes de conservas. Llegó a
fabricar, también, una llave de alambre universal, que se recuperaba una vez
abierta la lata. Al morir José Valle Armesto, el 1 de marzo de 1960, se hizo
cargo del negocio el marido de su hija María Jesús, José
Luis Pérez Joglar, que hasta
entonces había sido viajante de la Ferretería Vasco-Asturiana. A él se debe la
comercialización del abrelatas universal antes citado y del cuchillo limpia
pescados. Posteriormente la empresa José
Valle Armesto, S.A. se trasladó a Roces, sur de Gijón, hasta su
definitivo cierre.
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