Lola
Galán,
defensora del lector en el diario El País, hace referencia a las palabras
malsonantes recogidas en textos de columnistas de prensa. Y nos traslada al Libro de Estilo de ese diario, que
prohíbe el uso de “expresiones obscenas, vulgares y blasfemas, con la única
excepción de citas textuales que procedan de personas relevantes, dichas en
público o impresas y que no sean gratuitas”. Galán aprovecha para recordar al
lector que “España es el país del tuteo, donde se huye de las formalidades en
el trato, y se toleran generosamente las palabrotas en el lenguaje coloquial”. A mi entender, todo depende. No es lo mismo escribir un
sesudo ensayo sobre un personaje histórico, como lo hacían Gregorio Marañón o Antonio
Espina, que enfrascarse en la lectura de una obra literaria de Camilo José Cela. Marañón o Espina
procuraron siempre guardar las formas de un modo exquisito. Cela, en cambio,
campaba por sus respetos. Tampoco es equivalente en su formalidad escribir un
ensayo que ha requerido horas previas de estudio y repaso de bibliografía
(verbigracia: “El conde-duque de
Olivares”, del primero de ellos, o “Ganivet”,
del segundo) que poner en marcha toda una catarata de ingenio cerebral para
componer relatos al estilo de “Toreo de salón” o “Izas, rabizas y colipoterras”.
Es cierto, como bien señala Galán, que España es el país del tuteo.
También yo lo empiezo a notar en tiendas y restaurantes. Al tuteo se puede
llegar, también a la amistad, en un momento dado. Pero no se debe utilizar el
tuteo de arranque de una conversación por personas que desconoces. Con el “usted”
se guardan las necesarias distancias. Se puede estar junto pero no revuelto. La primera norma de educación indica que
siempre se debe utilizar el “usted”
hasta que el propio interesado nos indique lo contrario, si es que lo
indica. Tampoco debe utilizarse el sistema de que, como mi amigo tutea a tal
persona, yo que estoy con él también lo hago. También conviene evitar el
irritante compadreo. Cuando vas a una entidad bancaria, por ejemplo, no buscas
trato humano, sino que te resuelvan un asunto financiero. Para buscar trato
humano te vas a otro sitio.
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