Leo en la prensa aragonesa que los bares pretenden entrar en
el negocio de las apuestas virtuales
mediante la instalación de terminales. Lo que nos faltaba, que además de
fomentar el alcoholismo con tantas terrazas instalada en las aceras de las
calles a la vista de los niños, como ahora permiten los ayuntamientos, también
se fomentase la ludopatía más perniciosa en beneficio del Gobierno de Aragón
que preside Lambán, que siempre gana
con los impuestos indirectos que generan los ludópatas. El negocio de las apuestas ha crecido en España
de forma exponencial, más aún desde que estamos empobrecidos con trabajos
precarios y una crisis económica que no termina de sacarnos, pese al
triunfalismo del Gobierno que preside Rajoy,
del oscuro pozo en el que se encuentra. En Aragón, pese al escaso índice de
población, existen casi 120 salones de
juego. Por otro lado, los bares que así lo desean, ya cuentan con la
autorización de instalación de las correspondientes máquinas tragaperras. De
autorizarse el juego virtual en sus instalaciones se podría producir una irregularidad, al no poderse ejercer el
control de “prohibidos” en la manera que se aplica en bingos, casinos y demás salones
de juego, con lo que un individuo que no puede jugar por el hecho de
encontrarse anotado en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego,
sí podría apostar en los bares. Y el problema vendría cuando ese cliente
registrado ganase un premio superior a
los 200 euros. Al pretender cobrarlo, su nombre aparecería en el Registro
General de Interdicciones y el camarero estaría obligado por ley a no abonarle
el premio conseguido. Y entonces llegarían los verdaderos problemas para el
establecimiento de bebidas, en el supuesto de que el cliente registrado, que
además de apostar toma alcohol, se
pusiera agresivo. El bar en cuestión podría convertirse en un saloon del oeste americano.
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