miércoles, 10 de enero de 2018

Maruja Callaved





Se ha muerto Maruja Callaved. Era de los tiempos de la televisión en el madrileño Paseo de la Habana, cuando sólo unos pocos tenían televisión en casa para poder ver unos  programas soporíferos, como aquellos telediarios que leía en directo Jesús Álvarez, donde se alababan los pantanos del franquismo y las empresas del INI donde siempre aparecía Santiago Foncillas con el incensario en la mano, o los programas de Laura Valenzuela, José Luis Barcelona, “La casa de la Pradera” o “Walter y la familia Corchea” para entretener a los niños. El resto de los mortales, los que entonces sólo disponíamos de radio de válvulas, veíamos la televisión en el bar de la carretera, que servía comidas a los camioneros en ruta, y en aquellos teleclubes donde se podían ver los partidos de Primera División los domingos por la tarde sin pagar entrada. Maruja Cañaved, recuerdo, ponía su voz en off en muchos programas y hasta contó con una sección de gastronomía, “Vamos a la mesa”, a la hora de comer, cuando los españoles sorbíamos sopas de avecrem con fideos sobre mantel de hule y bebíamos vino peleón con gaseosa La Revoltosa, mientras escuchábamos un clarín, el “gloriosos caídos...”, las señales horarias en el reloj de la Puerta del Sol que anunciaban las dos y media de la tarde y un “parte” donde el locutor solía comenzar: “Su excelencia el Jefe del Estado, generalísimo Franco, ha recibido en su residencia de El Pardo una representación...”, para continuar diciendo que “en un discurso pronunciado ante el Parlamento Británico, el ministro de Asuntos Exteriores, Selwin Lloyd, ha dado cuenta de los motivos por los cuales ha invitado oficialmente al ministro de Asuntos Exteriores señor Castiella para poder recordarle que hay que mejorar las relaciones hispano-británicas”..., y que “el representante español en las Naciones Unidad, José Félix de Lequerica....”, etcétera.. Aquellas noticias radiadas producían sopor y ayudaban mucho a hacer la digestión de la sopa, de los gabrieles o de las píldoras del doctor Negrín, que contenían mucho hierro. En aquellos años no existían ni la cocina de autor ni los programas culinarios de Arguiñano. Su actual restaurante de Zarauz era entonces algo parecido a un viejo caserón cerca de donde terminaba el malecón de la playa. Como decía, ha muerto la jacetana Maruja Callaved a los 97 años, supongo que convencida de que España fue un hermoso proyecto que nos salió mal. Y nos ha dejado la locutora al marcharse de este mundo entre estallidos de triunfo de un decadente y mentiroso Rajoy, escorados a estribor con gruñidos de complacencia, rezando letanías lauretanas,  con el culo pajarero y saltando a la comba.

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