Primero fueron los pequeños comercios de barrio los que
sucumbieron a los grandes almacenes, ahora intuyo que será muy pronto el ecommerce el que desinfle o se lleve por
delante a esos poderosos de las grandes superficies. El pez grande se come al
chico, no cabe duda, y la facturación del comercio electrónico en España
durante el segundo trimestre de 2017 aumentó un 23,4% respecto al mismo
periodo de 2016, hasta alcanzar una cifra de negocio total superior a
7.300 millones de euros, si hacemos caso a los datos recogidos por la Comisión Nacional
de los Mercados y la Competencia. Lo
que sucede es que también muy pronto, a este paso, los españoles no tendremos
mucho dinero para gastar. El aparente consolidado dinamismo de la economía
española pronto sufrirá una notable desaceleración si aumenta la inflación
y no se suben los salarios al margen de la productividad ni las pensiones. Aquí
el problema no es Cataluña sino el desgastado Mariano Rajoy. Como bien
señala Lorenzo B. de Quirón hoy en El Mundo, “se ha apoderado del Gobierno,
de los partidos y de la sociedad una especie de fatiga reformista muy
inquietante. España se encuentra en una tesitura compleja, entre la
complacencia de unos ante los éxitos logrados y la autoflagelación de otros ante
la insuficiencia de lo alcanzado”. Apostar por el turismo foráneo como única
vía de recuperación de nuestra débil situación económica es para echarse a
temblar. Si no, al tiempo.
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