viernes, 5 de enero de 2018

Los 80 años de un rey jubilado





Hoy cumple Juan Carlos de Borbón 80 años. Le felicito y le deseo lo mejor. En el diario ABC, Ignacio Camacho señala que “Juan Carlos es hoy un jubilado con prisa por vivir, entregado al recorrido hedonista de su último trayecto. Esta es una época de presentismo acelerado y tajante, cruel con la memoria, y el reconocimiento que merece su gigantesca obra política no llegará hasta el instante mismo de su entierro. La lúgubre profecía del rey Faruk [tras ser desposeído de su trono en Egipto por el militar Nasser referido a la reina de Inglaterra y los cuatro reyes de la baraja] la supo conjurar con un volantazo a tiempo”. Charles Powell, en otro artículo dentro del mismo diario, entiende que “la tarea que definió su Reinado consistió en impulsar la transformación del sistema político a fin de generar una nueva legitimidad racional-legal de raíz democrática, pero sin vulnerar la legalidad heredada”. Un bucle, sin duda, complicado. Impulsar una democracia tras haber jurado los Principios Fundamentales del Movimiento se me antoja arduo y dificultoso, como así fue. Sigue diciendo Camacho que en noviembre de1975, cuando fue coronado el entonces Príncipe de España en lo que entonces se llamaban Cortes Españolas, “tampoco le adornaba la legitimidad dinástica, que su padre,  Juan de Borbón, encarnaría con gran dignidad hasta renunciar a sus derechos en mayo de 1977”. Aquella segunda restauración borbónica no convenció a muchos ciudadanos, conscientes de que  Juan Carlos había sido puesto a dedo por el dictador Franco para dejarlo todo “atado y bien atado”. Nunca se tuvo en cuenta aquel deseo de Juan Prim cuando dijo aquello de “los Borbones nunca más”, tras  el exilio forzado de Isabel II. Sin embargo, seis años más tarde se entronizaba a su hijo Alfonso XII y se ponían en práctica los cuatro pilares de Cánovas: rey, cortes, constitución y turno (alternancia pacífica entre dos partidos). Algo similar a lo que se pretendió hacer en España a partir de 1978 con una oligarquía de partidos disfrazada de democracia: monarquía, cortes, constitución y alternancia PP-PSOE.  Entonces, como ahora, el sistema fue oligárquico y la Iglesia Católica ganó poder económico e ideológico. No olvidemos que la Iglesia controlaba una gran parte de la educación, como sucede ahora, y que aquel privilegio desapareció con la Constitución de la II República. Por esa razón, la jerarquía eclesiástica, que siempre está al sol que más calienta, elevó el golpe de Estado de 1936 a la categoría de Santa Cruzada de Liberación. Y no deseo contar, por no alargar la faena, cuando en los primeros días de agosto de aquel año, Juan de Borbón, abuelo del actual rey, Felipe VI, con nombre supuesto cruzaba la frontera para luchar en la guerra civil contra el gobierno legalmente establecido. La historia siempre se repite para nuestra desgracia. Peino canas y conozco todos los cuentos.

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