Estoy convencido de que Luis
María Anson es un gran periodista. Decir lo contrario equivaldría a no
conocer al personaje. Pero ello no quita que alguna vez patine en el
caramelillo resbaladizo de la
Monarquía instalada en España. Hoy, en El Mundo, he quedado digámoslo de una manera suave, sorprendido por
su columna. Su trabajo, “Artículo para
Don Juan Carlos”, pretendía ser un particular felicitación para el rey
emérito, que mañana día 5 de enero cumple ochenta años. Anson dice conocer a Juan Carlos desde la adolescencia y
que “junto a Carlos I, Felipe II y Carlos III, ha encarnado uno de los cuatro reinados más importantes
de la Historia
de España”. Muy bien, Ansón, queda dicho y tomo nota. Pero deberá permitirme
ese periodista y académico de la
Española que le recuerde el título de la farsa filosófica de Luigi Pirandello “Así es (si así os parece)”. En este caso, la comedia está sacada
del cuento "La señora Frola y el
Señor Ponza", su yerno. La obra de Pirandello trata el tema de la
verdad, el contraste entre realidad y apariencia, entre verdadero y falso. Pero
Anson, en su elogioso relato hacia la figura de un monarca que ya no ejerce la Jefatura del Estado, y
que no supo en modo alguno conocer dónde podían estallar los problemas pese a
lo que Anson afirma, utiliza lo que podría haber sido un ejercicio de
felicitación hacia un octogenario, para hacer una defensa de su hija Cristina con más énfasis que el fiscal Horrach en el caso Nóos. Un fiscal que con el tiempo pasó de ser azote de la
corrupción y aparente “defensor” de la infanta a abogado defensor del caso Cursach. Y Anson, aprovecha aquello
de “ir por atún y ver al duque”, para arremeter duramente contra el juez Castro, “un juez – según señala en su
artículo-- que aspiraba a estrella y que se regodeó en prolongar la instrucción
y el linchamiento público de la infanta”. También informa al lector de que
tras la muerte de Álvarez de Miranda,
es el único consejero del Consejo Privado
de su padre que queda vivo. Claro, ante semejante afirmación, es difícil
que alguien con dos dedos de frente pueda entender lo que pinta un consejero en
activo de un hombre que reposa en el pudridero de El Escorial desde 1993 y que
nunca fue rey de España pero que fue enterrado con honores de monarca, como si
en vida hubiese sido coronado como Juan
III. Es, por decirlo pronto y claro, como si yo me convierto en consejero
del Doncel de Sigüenza. Si Anson
desea felicitar al rey emérito, nada se lo impide. Pero la perífrasis, como él
bien conoce, es una figura retórica que consiste en utilizar más
palabras de las necesarias para expresar una idea o un concepto. Vamos, que es
como ir de Zaragoza hasta Valencia por Vigo. Una vez leído el artículo de Anson
me siento mal, como si acabase de leer “El
coronel no tiene quien le escriba”, ese coronel que espera una pensión que
nunca llega... En la historia de los reyes, como sucede con los medicamentos,
siempre hay que leer con atención en el prospecto lo concerniente a los efectos
secundarios. A veces el remedio es peor que la enfermedad.
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