sábado, 27 de enero de 2018

El demonio, el mundo y la carne




Apenas acabada la Navidad, ya tenemos encima el Carnaval y Jueves Lardero, longaniza en el puchero. Jueves Lardero, el jueves anterior al Domingo de Carnaval, es una fiesta campestre en la que se come el “palmo”, que es un trozo de longaniza de ese tamaño y que se suele acompañar de otras viandas al gusto del consumidor. Su nombre proviene del verbo lardear, que significa untar o envolver en grasa aquello que se va a asar. Es, desde la Edad Media, una fiesta (una alifara, como se dice en Aragón)  en la que se come todo lo que estará prohibido por el ayuno y la abstinencia durante cuarenta días a partir  del Miércoles de Ceniza  en el orbe cristiano. De ese modo, se desecha uno de los tres enemigos del alma, pero nos quedarán otros dos enemigos activados: el demonio y el mundo.  María Dolores Adsuar Fernández, en su trabajo “El demonio, el mundo y la carne. Un tríptico francés de fantasía”, señala que “Los antiguos catecismos consideran de triple faz la mayor enemistad del alma humana: el demonio, el mundo y la carne. Los tres genios de la tentación acechan los intersticios donde introducir sus rostros esquivos y avanzar desde ellos para bendecir la eterna desdicha del espíritu, sumido sin embargo en la mayor de las dichas terrenales”. (…) “No dudan las tres máscaras de la desesperanza en proclamar sus atributos colosales: los muertos pueden revivir por la incandescencia de un beso; los hombres tornarse féminas, y humanos los animales”. (…) “Demonio, mundo y carne son los ángulos de una trinidad materializada”. Y en medio de esta zumba quemando calorías aparecen las comparsas y las chirigotas de Cádiz  con coplillas satíricas acompañadas de música de tanguillo, donde se alude con estribillos grotescos a ciudadanos de todo pelaje. Verbigracia: “Y aquí me tienen / ya jubilado. / Con mis muletas que me llevan a todos lados. / Pa no tirarme, to el día sentado / me vengo al parque y por la tarde me paseo así. / Sofía me ha hecho hasta una riñonera. / Y si me caigo no sufras por mí / porque tengo aquí el Thrombocid. / Pero que bien me va de jubileta / Oye Juan Carlos que bien vas de jubileta". O sea, se desactiva la carne y nos quedan, ¡ay!, el demonio, que es incombustible, y El Mundo, el ABC y El País, que son de abrigo.                   

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