Un fragmento del último mensaje navideño del Jefe del Estado
ha molestado a los familiares de esos 114.226 desaparecidos, según Garzón,
en la causa por crímenes contra la humanidad seguida por el entonces magistrado,
cuando pretendió sin conseguirlo encausar al régimen franquista. El actual Jefe
del Estado, nieto de exiliado y biznieto de un rey que abandonó el Trono en un
claro acto de cobardía no estuvo, a mi entender, a la altura de las
circunstancias cuando dijo que alentaba “a profundizar en una España de brazos
abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas
cerradas”. Es poco serio decir que “nadie debe agitar viejos rencores” en boca
del el hijo de Juan Carlos de Borbón,
puesto a dedo en la Jefatura
del Estado a título de rey, y “colado” dentro del paquete de la Constitución
Española de 1968 (en palabras de Adolfo Suárez) por la merced graciosa del responsable de los
mayores crímenes cometidos en España durante el siglo XX. Aquí, pese a lo que
diga don Felipe, a los españoles les
asiste todo el derecho del mundo a agitar los rencores que le venga en gana. Ni
se olvida ni se perdona un plan de exterminio sistemático, como el que sucedió
en Badajoz por orden de Yagüe. Ni se
olvida ni se perdona el hambre que asoló a España durante la posguerra. Ni se
olvida ni se perdona la triste misión de una Iglesia Católica puesta al
servicio vergonzoso de los rebeldes. Ni se olvida ni se perdonan tantos niños
sin padre ni tantas viudas sin marido… El actual jefe del Estado no pensaría de
igual modo, quiero suponer, si su
bisabuelo Alfonso y su abuelo Juan estuviesen a día de hoy enterrados
en una cuneta o en un páramo. Pero, claro, no es así y lo celebro. Reposan en El
Escorial: uno de ellos en Panteón de Reyes;
el otro, en el pudridero, esperando el día en el que sus restos puedan ser
conducidos a ese mismo panteón sin merecerlo, es decir, sin haber sido coronado
en vida. Pero da igual. ¿Qué se puede esperar de un partido que sustenta al Gobierno que nunca condenó el golpe de
Estado de 1936? ¿Qué se puede esperar del Gobierno que preside Rajoy que quitó la dotación económica a
la Ley de la Memoria Histórica?
¿Qué se puede esperar de una Iglesia Católica que mantiene en sus sedes a
obispos como el de Alcalá de Henares? Podría continuar, pero no merece la pena
tal empeño. España es el segundo lugar del mundo, por detrás de Camboya, en
número de desaparecidos. Felipe de
Borbón, en sus ratos de ocio, debería cuidar lo que lee, si es que lee.
Seguro que sus discursos navideños, al estar mejor preparados, tendrían mayor
audiencia. Decía el diario monárquico ABC
que la caída de audiencia durante el mensaje real fue debida a que las iglesias
han adelantado la hora de celebración de las “misas de gallo”. Anda, cógeme esa
mosca por el rabo.
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