El portavoz del Gobierno y responsable de Educación, Iñigo Méndez de Vigo, que tiene
apellido de vagón del “Shanghái”
Barcelona-La Coruña y viceversa, ha dicho una vez terminado el Consejo de
Ministros de hoy viernes que la cumbre del referéndum que reunirá a los
miembros del Pacte Nacional pel Dret a
Decidir “es un síntoma de
unilateralidad”. Y lo ha afirmado sin carraspear, como si fuese el sabio
criterio del doctor Negrín. Seguro
que ese ministro, que además es barón de
Claret, sobrino de Carmen Díaz de
Rivera (hija bastarda de Ramón
Serrano Súñer, concuñado de Franco,
y de Sonsoles de Icaza, marquesa viuda de Llanzol) y nieto de
la escritora Carmen de Icaza, se ha
quedado calvo detrás de las orejas. Pues
claro que es un síntoma unilateral. ¡Nos ha jodido! Este hombre de alta cuna y
de baja cama ha dado la misma respuesta a la prensa ante el problema catalán
que podría haber dado mi nieta Candela,
que tiene 5 años. Es como cuando toses y el médico te prescribe que tomes una
cucharadita de Tosidrín en desayuno,
comida y cena, o que te apliques un
supositorio de Pulmonilo C al
acostarte para dejar de toser y poder descansar, o que bebas con un sorbito de
agua las pastillas Richelet, que iban
dentro de unas cajitas de hojalata abisagradas y se fabricaban en San Sebastián. Soy consciente de que la Farmacopea ha avanzado
que es una barbaridad, pero eso no quita mi deseo de hacer referencia a unos
específicos que tomaba en mi infancia durante aquellos años de toses ferinas y
del aeróbic callejero del piojo verde, que no era cosa
distinta al tifus exantemático y que obligó a hacer redadas, no sé si a lazo,
de mendigos, a los que se les afeitaba la cabeza y se les administraba bolitas
de alcanfor para que las llevasen entre la ropa. La prensa, tan exagerada como
siempre, aconsejaba lavados con formol, pero los mendigos de entonces decían, a
mi entender con acertado criterio, que sería mejor que el formol se lo
aplicasen esos resabidos periodistas a sus pasteleras madres. Aquellos fármacos estaban
incluidos en el petitorio del SOE, que no tuvieron nada que ver con Pedro Sánchez, al que le acaban de
quitar la escolta, sino con el Seguro Obligatorio de Enfermedad. Pero a lo que
iba. “Esa cumbre –ha señalado el ministro- es una exigencia de los radicales de
la CUP. Un
síntoma de unilateralidad justo cuando estamos en una política de mano tendida.
Espero que los catalanes vean quiénes estamos por el diálogo”.Bueno, dejémoslo
ahí, que con tanto comezón vamos que tener que pasar directamente a los
asperges con DDT. Las palabras del ministro referidas al “síntoma unilateral”
de Cataluña me recuerdan las palabras de otro personaje, el entonces director
general de Estadística (recuerden que el INE se creó en 1945) que calificó
aquellos años oscuros inmediatamente posteriores a la Guerra Civil como “demográficamente extraños”, por el hecho de haber
aumentado considerablemente las defunciones, mayormente en las cunetas, en las cárceles y en las tapias de los cementerios.
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