Me llena de estupor que el Ayuntamiento de Zaragoza haya
asignado 479.935 euros a la Junta Municipal del Rabal,
existiendo otras necesidades sociales de mayor envergadura. Los presupuestos
participativos proyectados por el Ayuntamiento que preside Pedro Santisteve, de Zaragoza en Común, parecen una manera ridícula
de intentar amarrar voluntades, como hasta hace poco intentó el socialista Juan Alberto Belloch. La Asociación de Vecinos
de Arrabal parece tener claras cuáles son las necesidades más apremiantes del
barrio. Puede ser que así sea, pero no lo parece. El caso de la explanada de la Estación del Norte, cuya
dejadez es manifiesta, indica a las claras cómo anda el aceite del candil de Rafael Tejedor, presidente de esa
asociación. Una asociación que recomienda, según reproduce hoy Heraldo de Aragón, el asfaltado y la
dotación de una acometida eléctrica con el objetivo de convertir ese espacio
público en un lugar utilizable para eventos como ferias, mercadillos o
diferentes actividades de ocio y culturales. Los mercadillos ya tienen su
espacio en Zaragoza, y el ocio y la cultura también. A mi entender, la
mayoría de los vecinos, que no tenemos carné de participantes activos de esa
asociación, lo que desearíamos es que esa zona, hoy convertida en un secarral,
se ajardinara como el resto de su entorno. Lo que sucede, todo hay que decirlo,
es que a esa asociación le interesa que todo siga así, con asfalto o sin
asfalto, para que puedan instalarse los feriantes, de los que reciben importantes
beneficios económicos por el hecho de poder instalar sus carruseles durante
determinados periodos. Esa asociación de vecinos, de la que, como digo, muy
pocos vecinos nos sentimos representados, fue la que aconsejó al Ayuntamiento
que no se peatonalizase el Puente de Piedra; la que se hizo cruces por la
apertura de un McDonald’s en el cruce
de las calles de San Juan de la
Peña con Marqués de Lacadena, en evitación de que los niños
pudieran convertirse en obesos; la que instaló un ridículo peirón cerca del
Puente de Piedra; la que no protestó por los adefesios municipales en ese
espacio, en el que existen bancos públicos con desniveles incomprensibles; la
que nunca ha denunciado que existan calles con excesivas baldosas sueltas en
sus aceras; la que se inhibe vergonzosamente cuando determinados bares
practican en sus terrazas ruidos insoportables hasta la madrugada, etcétera. El
alcalde Santisteve debería, a mi juicio, dedicar ese dinero que se pretende
asignar a la Junta Municipal
de Arrabal, a atender comedores escolares, a podar unos plátanos de sombra
cuyas ramas ya están a punto de penetrar por las ventanas de los pisos, y a no
permitir que ningún transeúnte pueda dormir a la intemperie durante los meses
de invierno. Sólo de esa manera tendrá sentido mi voto a Zaragoza en Común sin
que me arrepienta de haberles dado mi confianza.
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