Yo, que siempre he sido un fiel amante del Anís las Cadenas, estaba convencido de
que eso de “las cadenas” hacía
referencia a la Historia
de España; es decir, a las cadenas de Miramamolín
y la batalla de las Navas de Tolosa,
cuando el ejército formado por las tropas del navarro Sancho VII “El Fuerte”, el
castellano Alfonso VIII “el Noble” y
el aragonés Pedro II “el Católico”
ganaron la batalla cerca de La
Carolina al ejército almohade mandado por el califa Muhammad Al-Nasir. Y que Sancho VII
llevó a su reino parte de las cadenas
que rodeaban la tienda del califa. Unas cadenas que llegaron a formar parte del
escudo de Navarra. De hecho, el cuarto cuartel del escudo de España es de gules, con una cadena de oro
puesta en cruz, aspa y orla, cargada en el centro de una esmeralda de su color. También sobre la
esmeralda hay algo que decir. Según parece, en una posterior variante del
relato sobre la batalla de 1212 se señala que en el fragor de la lucha, Sancho VII
rompió con su espada la cadena y segó del turbante de Miramamolín una
esmeralda que lo adornaba. La esmeralda –si hacemos caso al relato- fue
depositada en la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles, donde
permanece. Pero un estudio gemacológico determinó que la piedra verde allí
conservada procede de Colombia. Y ahí quedó nuestro gozo en un pozo. Pero
vayamos al anís que la familia Esparza
produce desde finales del siglo XIX en Villava. Todo comenzó hacia 1860, cuando
un peregrino francés que hacía el Camino
de Santiago cayó enfermo frente a la puerta de Pablo Esparza, que aunque era natural de Larraga se había
establecido en Falces, donde explotaba tierras y tenía viñedos. Lo estuvieron
cuidando hasta que aquel peregrino se recuperó. En agradecimiento por las
atenciones recibidas durante su convalecencia, les hizo entrega de una receta
de anís que había obtenido en un monasterio francés. Fue a partir de 1872
cuando Pablo Esparza y Velásquez de
Carvajal, su mujer, Eufemia Bornás,
y sus hijos, Teófilo y Laura, iniciaron su nueva aventura
empresarial, vendiendo aceites, aguardientes, vinos y anisados. Tres años más
tarde, en 1875, la familia se marcha de Falces a Oricain y más tarde a Villava,
a 5 kilómetros
de Pamplona, fijando su residencia en la llamada “Casa de la esquina”, para marcharse después a la “Casa de Jesús”. Ambos lugares estaban
en un paraje que se conocía como “Cruce
de la cadena”. En 1888, Esparza suscribió un acuerdo con Esteban Armendáriz, donde se hizo
traspaso de los almacenes de vinos, aguardientes y aceites que éste último
tenía en la denominada “Casa de
Victoria”. Y allí comenzó a fabricarse el Anís Pablo Esparza que registró en 1909. Fue a partir de 1919
cuando aquel anís comenzó a fabricarse bajo la marca Anís las Cadenas- de Finísimo Paladar. Anís excelente confeccionado con alcohol de
melaza de remolacha azucarera. Un año antes había muerto Pablo Esparza y el
negocio estaba en manos de sus hijos Teófilo y Pedro. En 1927 se produjo la transformación de la empresa en una
Sociedad Regular Colectiva, y en 1940 tuvo lugar la fusión de Hijos de Pablo Esparza, S.R.C. con Bodegas Navarras, S.A., que desde 1942 hasta 1966 fabricó el Champán Ezcaba. En 1972 coincidiendo con el centenario de la
empresa, Hijos de Pablo Esparza se
lanzó al mercado del pacharán con su marca Basarana.
A finales de los 80, la empresa decide abrirse al comercio de licores de
manzana, manzana verde, melocotón, avellana, piña y kiwi, quiero pensar que
para ser degustados en forma de “chupitos”, esas pequeñas consumiciones,
alcohólicas o no, que se sirven frías en vasos pequeños de cristal y que se
ingieren de un sólo trago, normalmente a los postres, y alguna vez, menos de
las deseadas, por cortesía del dueño del negocio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario