Mi escrito de ayer,
“Los cerros de
Úbeda” me ha dado pie de alguna manera para que hoy siga haciendo referencia a
Manuel Alhama Montes, que firmaba sus
trabajos el semanario de su dirección
“Alrededor
del mundo” como
Wanderer, cuya
publicación, muy amena y de estilo costumbrista, estuvo en los quioscos
desde 1899 hasta
septiembre de 1930. Hoy, como digo, haré referencia a la
polémica suscitada por su padre,
José Alhama
Teba, nacido en Guadix el 1 de noviembre de 1825 y de profesión sombrerero.
En 1946 fue llevado a prisión, donde permaneció interno cuatro años, por la
muerte de
Juan Ortiz. Muerto su
padre, José Alhama y su familia se trasladaron a Granada y en la calle
Zacatín, 44
tuvieron el negocio de sombreros.
Años más tarde se casó con
Piedad Montes por el rito evangélico.
Tuvieron dos hijos. Su vida discurría tranquila hasta que el día 5 de octubre
de 1860 la policía hizo un registro en su domicilio. Según testimonio
escrito por
Antonio Rodríguez (“Historietas locales. La polémica
internacional del sombrerero de Guadix”), y cito textualmente: “Al verse
sorprendido José Alhama, arrojó al río Genil la documentación que le
comprometía con los protestantes, pero la policía pudo encontrar libros y
folletos evangelistas y una cartera con la relación de los 180 seguidores de
Granada y cartas comprometedoras de, entre otros,
Francisco de Paula Ruet y de
Francisco
Matamoros, máximos exponentes del protestantismo español, detenidos al día
siguiente en Barcelona. Estos dos detenidos tenían que ser trasladados hasta
Granada y debían hacerlo a pie y encadenados a una cuerda de presos si no
podían pagar su traslado en tren y en galerna, así como de la pareja de
guardias civiles que los escoltaban, por lo que se abrió una suscripción
pública en Europa. Comenzaba el proceso español que más resonancia
internacional tendría a lo largo del siglo XIX, pues los países
protestantes salieron en defensa de las víctimas de un abuso judicial. Numerosos
observadores extranjeros visitaron a José Alhama en su celda para
interesarse por las condiciones de la prisión; el diputado
lord Arthur Kinnaird intervino
ante la Cámara de los Comunes el 14 de marzo de 1862 para solicitar la
mediación de la Corona inglesa ante la española; el periodista holandés
Abraham Capadose denunció la
persecución del granadino en un libro traducido a tres idiomas (
Herinneringen uit Spanje); y los
embajadores del Reino Unido, Francia, Países Bajos, Prusia, Baviera, Austria,
Suiza y Suecia se interesaron por su estado e intervinieron, con la
mediación del bibliófilo
Usoz y Río
ante
Isabel II, el general
O’Donnell y el
duque de Montpensier para promover el indulto, pero un suceso
inesperado vino a empeorar su situación. El día 1 de julio de 1861 se produce
la revuelta de Loja liderada por
Rafael
Pérez del Álamo donde se repiten junto a las proclamas de ‘¡Viva la república!’,
‘¡Muera la reina!’, y ‘¡Muera el papa!’, lo que hizo recaer en Alhama la
sospecha de una participación en el levantamiento e incluso de haber aportado
un suma importante de dinero a la conspiración, por lo que fue aislado y
torturado, pero el arrepentimiento del principal testigo, apellidado
Espinosa, que intentó suicidarse dos
veces, y su retracción, hizo que se absolviera al accitano de esta
intervención. Finalmente el 20 de mayo de 1863, merced a la presión
internacional, fue deportado a Gibraltar. Como relató ‘
La
Correspondencia de España’, viajó en diligencia a Málaga, donde fue
aclamado por la multitud y desde allí, en barco, al Peñón, donde
se instaló y continuó con su profesión de sombrerero. Tras la
Revolución del 68, al decretarse la
libertad de cultos, fue indultado por el general
Prim y regresó a Granada, donde pudo reanudar libremente su
actividad como predicador y sombrerero en mismo local que tuvo tiempo atrás”.
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