Del mismo modo que los bilbilitanos sienten devoción
por el congrio, ese pez anguiliforme que
transportaban seco desde Galicia hasta Aragón y que servía como moneda de
cambio en la adquisición de esparto
aragonés para hacer amarras de buques, a mi me sucede con un pescado modesto: el jurel o chicharro, un
pescado azul que aparece en los mercados en otoño y desaparece en primavera. Es
un pescado de bajo precio, quiero pensar que por su abundancia, su cantidad de
espinas y la poca demanda por parte de los consumidores. Y es que el jurel, o
chicharro, hay que saber comerlo. Ese pez lleva una línea lateral que recorre
todo su lomo, duras escamas y reflejos plateados que viran hacia el dorado.
Donde mejor lo preparan, a mi entender, es en la cornisa cantábrica. En
Guipúzcoa, concretamente en Guetaria, lo cocinan de forma suprema. Hay muchas
variedades de jureles, entre ellos el jurel blanco, que se captura en aguas
andaluzas. Algunos gastrónomos entienden que el jurel del Mediterráneo es el
más sabroso. Se distingue por tener las aletas caudales más largas. Me gustan
especialmente de dos maneras: escabechados en rodajas (cuando son más pequeños),
y al horno (cuando se trata de piezas medianas). Antes de cocinarlos se deberá
retirar esa línea lateral de duras escamas. Pues bien, hoy propongo los filetes de chicharro con salsa de vinagre.
Necesitaremos proveernos, en caso de ser
seis comensales, de tres chicharros medianos, dos tomates, una raíz de jengibre
seis cucharadas soperas de aceite puro de oliva, otras dos cucharadas de
vinagre de jerez, pimienta blanca y pizca de sal. Lo primero que habrá que
hacer será asarlos enteros y sin cortes a horno medio durante unos diez minutos
por cada lado. Más tarde se retirarán del horno y se abrirán en dos mitades con
cuidado de quitar la cabeza, la raspa y las
espinas sueltas que puedan encontrarse en sus lomos. Entretanto, se habrán
pelado los tomates, retiradas las pepitas y pasado por la trituradora. También
se habrá rallado el jengibre. Una vez practicado todo eso, pondremos en otra
sartén aceite a fuego lento, con el añadido de vinagre, tomate triturado, jengibre rallado, algo de sal y pimienta
blanca, a ser posible recién molida. Lo calentaremos tres minutos. Pasado ese
tiempo, lo pondremos encima de los filetes de chicharro recién salido del
horno. Se puede acompañar el plato con un frío vino blanco vallisoletano o con
un albariño. También podría maridar con ese plato un cava rosado brut “Reyes
de Aragón”, de Bodegas Langa,
servido a una temperatura de entre 8 y
10 grados, elaborado con uva garnacha y durmiendo en la oscuridad durante 10
meses dentro de la botella.
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