Santiago
Abascal, presidente de Vox ha pedido en unas declaraciones
en la web Armas.es un cambio radical
urgente en la ley para que los españoles puedan disponer de un arma en casa
para autodefensa del morador y ampliar el concepto de “legítima defensa”. Sin cortarse
un pelo, Abascal señaló: “Vox es partidario del sentido común, y por supuesto
que apoyamos el derecho a la autodefensa de los españoles de bien, faltaría más”.
Lo que no aclara ese político de ultraderecha es cómo son los rasgos que
caracterizan a un individuo y cuáles son los criterios para que alguien pueda
ser considerado “hombre de bien” en España; es decir, si debe vestir cuando
salga de casa capa y sombrero, tener las patillas cortas, ir a misa los
domingos y fiestas de guardar, rezar el rosario en familia y en la mesa antes
de cada comida, guardar el ayuno y la abstinencia en Cuaresma, evitar el baile
agarrado, la obligación de que la mujer
deba estar sometida al marido, obligar a la asistencia a clases de religión en
las escuelas, cantar el Cara al sol
con el brazo derecho extendido a la romana en todos los colegios a las doce del
mediodía, poner como asignatura de
obligado cumplimiento un exhaustivo análisis sobre el Testamento Político de Franco, volver a crear los campamentos de
verano del Frente de Juventudes en Navaleno y la milicia de leva obligatoria…
Uf, me pierdo. Son tantas las cuestiones que desea modificar Santiago Abascal
en la Constitución Española, en el Código Penal y en el Código Civil que no
llego a abarcarlas. Lo que no termina de comprender este político a la violeta
es que más pistolas equivalen a más tiros, que el español es de sangre caliente
y que es capaz de matar en un bar a la hora
del vermú a un conocido de barra por declararse más forofo del Betis que
del Sevilla, o por haber puesto en duda el famoso gol de Zarra. Santiago Abascal, con su estilo naïf e intemporal, se está convirtiendo en el nuevo Roberto Alcázar, que se corresponde con
el patrón estético del señor formal de toda una época. Lo que debía de ser a
principios de los 40, supongo, “un hombre de bien”, o sea.
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