sábado, 16 de marzo de 2019

Vaya pues esa milonga



Dice el refranero: “De marzo a la mitad la golondrina viene y el tordo se va”. Hoy hace justo 100 años de que Ignacio Sánchez Mejías, aquella tarde de esmeralda y oro, tomase la alternativa de su cuñado y desde entonces padrino, José Gómez Ortega, alias Gallito.  Fue en la plaza de toros de Barcelona, donde aquella tarde se lidiaron toros de la ganadería de Vicente Martínez, actuando de tercer espada Juan Belmonte. Gallito también sería el padrino de su confirmación de alternativa un año más tarde, con toros con el hierro del mismo ganadero y, ay, sólo un mes antes de muerte de Gallito, también conocido como Joselito, en Talavera de la Reina (Toledo) tras ser corneado por “Bailaor”. El duelo por su muerte en Sevilla llegó hasta el extremo de vestir a la Macarena de luto y a colocar crespones negros en las dos columnas existentes en la Alameda de Hércules. La confirmación de la alternativa tuvo lugar en Madrid, el 5 de abril de 1920. En aquella ocasión completaba la terna Valerito. Se contó con la presencia de Alfonso XIII y de su consorte. También aquella tarde faltaban catorce años para que Sánchez Mejías terminar de la misma manera que Gallito. Fue en la tarde del 11 de agosto de 1934 cuando  Sánchez Mejías sustituyó a Domingo Ortega (convaleciente de un accidente de tráfico) en Manzanares (Ciudad Real). Un toro de Ayala, de nombre “Granadino” le metió un viaje de órdago en la ingle derecha nada más comenzar su faena de muleta. Murió dos días más tarde a consecuencia de una gangrena gaseosa. Le acompañaban a pie aquella malhadada tarde Armillita y Corrochano, y a caballo, el rejoneador portugués Simao da Veiga. Armillita tuvo que matar a ese toro de media estocada. Decía el parte médico: “Herida penetrante en la región antero-interna del muslo derecho, de dirección ascendente y de unos doce centímetros de profundidad. Pronóstico grave”. Existe un libro (Andrés Amorós y Antonio Fernández Torres, “Ignacio Sánchez Mejías, el hombre de la Edad de Plata”, Almuzara, Córdoba, 2010) muy interesante y riguroso, donde se recuerda que “en ocasiones, la muerte, en una plaza de toros de pueblo, puede ser toda una victoria”. Vaya pues esta milonga, como la de Jacinto Chiclana, de José Luis Borges, a la que puso música Astor Piazzola: “Entre las cosas hay una / de la que no se arrepiente / nadie en la tierra. / Esa cosa / es haber sido valiente…”.

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