lunes, 11 de marzo de 2019

Los cerros de Úbeda




A propósito de la expresión  “salirse por los cerros de Úbeda”, Mónica Arrizabalaga lo explicaba bien en un suelto (ABC, 18/11/14) de una forma sencilla. Señalaba: “Imposible o no, a estos cerros cuentan que se refirió Álvar Fáñez, el Mozo, cuando hubo que responder ante Alfonso VIII. El rey castellano se disponía a apoderarse de Úbeda, animado por la victoria lograda en las Navas de Tolosa. Había cercado la ciudad y encomendado a este caballero la vigilancia del flanco sur. Álvar Fáñez, que quizá fuera descendiente del famoso compañero del Cid, se distrajo de sus funciones con una bella mora faltando a su deber. Cuando el rey le reprochó su ausencia y le preguntó dónde había estado, la respuesta del caballero fue: «Por esos cerros, señor». «Sin dar en la cuenta de que ellos no existían», añadía el historiador Rafael Gallego Díaz en 1959”. Ello viene a cuento con lo leído hoy en “La Comarca de Calatayud”,  donde se da cuenta de que la Fundación Rey Ardid de la ciudad bilbilitana opta al “IX Premio Álvar Fáñez del Camino del Cid” con el proyecto titulado “Hitos Cidianos”,  consistente en la realización de tres actividades, relacionadas con las tres taifas situadas en la ruta del Camino del Cid. Concurren otros proyectos: Burgos (capital), Huerta del Rey y Peñacoba (provincia de Burgos); Gormaz (Soria); Molina de Aragón (Guadalajara); El Pobo del Cid y Bonchales (Teruel); Valencia y Alicante. El premio tiene una dotación económica de 2.000 euros, cuantía que se me antoja ridícula para el esfuerzo intelectual que ello requiere. Existe otra versión de la expresión “salirse por los cerros de Úbeda”. Juan Pasquau Guerrero aludía (en un artículo publicado en ABC en 1959)  a otra versión sobre el origen de la expresión que ofreció entonces el investigador Lorenzo Polaino Ortega. Parece ser –señalaba Pasquau- que “Alfonso VI había acampado en Úbeda allí por el año 1091 tras haber fracasado en su intento de conquistar Granada. El Cid, que en su afán de reconciliarse con el monarca había dejado el cerco de Liria para aprestarse en su ayuda, seguía a distancia a las tropas reales. Cuando Alfonso VI acampa en el castillo de Úbeda, espera que el Campeador se hubiese situado en otro emplazamiento y no en el llano, junto al río. Extrañado ante la actitud del Cid, el monarca le preguntó: «Pero, ¿por dónde salís ahora, don Rodrigo?». Y éste respondió: «Señor, por los cerros de Úbeda»”. Ambas explicaciones, la de Rafael Gallego Díaz y la de Juan Pasquau, no dejan de ser “leyendas”, carentes de rigor histórico. Arrizabalaga, empero, aludía la expresión “salirse por los cerros de Úbeda” a algo sucedido con un alcalde de esa localidad con fama de galanteador que “acudía diariamente a una fuente situada al pie de unos cerros próximos, a la busca de cierta guapa moza que, por cierto, no correspondía a sus solicitudes. Y como pronunciando un discurso en cierta ocasión la tal autoridad municipal se apartara, en el calor de la improvisación del asunto objeto de su oratoria, una moza del pueblo atajóle la palabra diciéndole: "Señor alcalde, tenga usía cuidado, que se va por los cerros de Úbeda”, según se contaba en la revista de periodicidad semanal “Alrededor del Mundo” en su número correspondiente al 15 de marzo de 1930. Esa revista ilustrada fue fundada en Madrid (Montera, 12) por Manuel Alhama Montes, que utilizó el pseudónimo de Wanderer (viejo, en alemán). Tuvo periodicidad semanal y se publicó desde 1899 a 1930, gozando de una gran popularidad por su carácter costumbrista. El último número salió de la imprenta el 1 de septiembre de 1930.Por cierto, en Úbeda no hay cerros. La ciudad puede verse a 60 kilómeros a la redonda.

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