sábado, 23 de marzo de 2019

El Principio de Peter, pero al revés



Ayer, viernes, daba cuenta de dos acontecimientos dignos de destacar: uno que puede influir en la política tras los comicios del próximo 28 de abril; y otro luctuoso y que a los aragoneses nos ha llenado de consternación;  o sea, la asignación del cabeza de lista de VOX por Zaragoza, Pedro Fernández, y el fallecimiento de Chesús Bernal, fundador de Chunta Aragonesista. Pues bien, también transmitía lo que contó José Blasco Ijazo cuando el alcalde  Antonio Candalija Uribe tuvo que salir a toda prisa huyendo de Zaragoza camuflado con vestimenta de baturro camino de Andújar. Lo que dejé en el tintero es que años más tarde, en 1876, con la Restauración, Candalija llegó ostentar el cargo de gobernador civil de Valencia. Ese mismo año, el Ayuntamiento de Zaragoza le nombró Hijo Adoptivo y en 1914 se puso nombre a una calle que desemboca en la de Alfonso I y que hasta entonces se llamaba calle de la Montera. Por asociación de ideas me vino a la memoria aquel banderillero de Juan Belmonte, Joaquín Miranda González, falangista y germanófilo que desde marzo de 1938 hasta octubre de 1943 ocupó el cargo de gobernador civil de Huelva. Fue sustituido por Heliodoro Fernández  Canepa, aunque  continuó en política como procurador en Cortes y miembro del Consejo Nacional de FET y de las JONS. Pese a haber llegado a ser presidente de la patronal sevillana de la Construcción, de haber controlado una fábrica de su suegro, de haber sido un rico empresario y de haber recibido en 1944 la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, falleció en Sevilla en 1961 sumido en la pobreza. Pues bien, siendo gobernador civil,  Miranda tuvo que presidir un festival taurino benéfico al que asistía Belmonte junto a un amigo versado en Tauromaquia; y que, viendo en el palco presidencial al antiguo subalterno de Belmonte, le preguntó:”Don Juan, ¿es verdad que este señor gobernador  ha sido banderillero suyo? Belmonte le contestó con un lacónico: “Sí”. Pero el amigo insistió: “Don Juan, ¿y cómo se puede llegar de banderillero de Belmonte a gobernador?”. Y Belmonte, que era tartamudo, le contestó ya un poco enfadado: “¿Po…po…po cómo va a sé? De…de…degenerando”.  Por no extenderme, recomiendo la lectura de “La represión de la Masonería en la Provincia de Huelva” (1936-1941), por Francisco Espinosa Maestre (Universidad de Sevilla).

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