Imagine el lector el susto sufrido por Reiner Schimpf, director de una empresa
que organiza actividades de buceo, el día en el que intentaba fotografiar a un
tiburón y fue engullido por una ballena. La noticia difundida señala que fue
escupido en una playa de Port Elizabeth, en Sudáfrica. Tan pronto como leí la
noticia me vino a la memoria el pasaje del Antiguo Testamento que hace
referencia a Jonás, profeta de Jehová,
tragado por una ballena y vomitado en las playas de Nínive, cerca de Mosul, al
norte de Irak. Lo de Jonás fue de récord de Guinness,
pues estuvo engullido nada menos que tres días y tres noches dentro de las
fauces del cetáceo. Algunos historiadores suponen que en Nínive se encontraban
los Jardines colgantes de Babilonia. No cabe duda de que la realidad siempre
supera a la ficción. También me entero de que el bufete de abogados Cuatrecasas acaba de fichar a Soraya Sáenz de Santamaría como socia
del área mercantil. La noticia, leía hoy en El
País, informa: “Sáenz de Santamaría,
abogada del Estado desde 1999, es también licenciada en Derecho por la
Universidad de Valladolid, su ciudad natal”. ¡Pues menos mal! Yo estaba en
la creencia de que para ser abogado del Estado bastaba con hacer un cursillo de
mancebo de botica por correspondencia. No hay nada como leer la prensa todas
las mañanas para aprender aquello que ignoramos, que es mucho. El redactor de
la noticia, supongo que licenciado en Ciencias de la Información, debería saber que aplicando la Tautología no se avanza en la exposición de la noticia. Los abogados del Estado, como los jueces, o los letrados de la
Administración de Justicia, han pasado por la Facultad de Derecho previamente a
presentarse y conseguir aprobar tan duras oposiciones. Sucede, para
entendernos, como en las corridas de toros: ningún novillero llega a “maestro” sin haber tomado previamente la
alternativa. Ambas profesiones ayudan a que la “fiesta nacional” no decaiga.
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