martes, 12 de marzo de 2019

"¡Menuda la que armó Mowgly!"



Hoy me he desayuno con el ABC, un diario conservador, católico y monárquico, donde suelo encontrar, aunque no siempre, sesudos artículos de opinión que me suelen ayudar a reflexionar. Un lector debe leer lo que cae en sus manos, sin pararse a pensar si el colaborador que lo firma piensa de una manera o de otra. Distinto es que guste o no guste lo que expone con más o menos acierto. Hoy quiero poner la lupa sobre un trabajo firmado por Hermann Tertsch, “Cuentos que se pagan”,  donde su autor da a entender que  los responsables del gran horror producido en los trenes de cercanías madrileños aquel malhadado 11 de marzo de 2004 no fueron obra -como él señala- de “ocho «pirados» marroquíes con unos cuantos desgarramantas de la pequeña delincuencia los que coordinaron en la perfección una cadena de atentados que tenían que helar el corazón y lo hicieron de una nación milenaria como la española. Unos chorizos descerebrados no ejecutan con ese virtuosismo de organización y desarrollo un atentado perfecto en su terrorífica eficacia. Toda España sabe que es mentira. Pero no se dice”. Hermann Tertsch no es precisamente santo de mi devoción, ni lo ha sido nunca, por sus ideas reaccionarias. Pero no censuro que Vocento le tenga entre la plantilla de colaboradores habituales en las páginas del diario ABC, de la misma manera que nunca vi con malos ojos que el diario ABC de Prensa Española, el ABC de los Luca de Tena, el “ABC verdadero”, en palabras de  Luis María Anson, publicase artículos de opinión del sindicalista Marcelino Camacho. Lo que vale es lo que se cuenta, no quién lo cuenta. Pues bien, hoy Tertsch se ha metido en un jardín lleno de pinchos; o sea, en un berenjenal de padre y muy señor mío. Y como lo que vale es lo que se cuenta, no puedo estar en más desacuerdo con él, cuando afirma sin rigor que “aquel día se quiso cambiar la historia de España con aquella matanza, y se consiguió. Que se quiso hacer volver a España a la senda de la división, la debilidad exterior e interior y el fracaso político, y se logró. Que se decidió crear de forma traumática unas condiciones para acabar con el régimen constitucional de la Transición de 1978 y la Reconciliación Nacional, y se hizo”.  A ver, Tertsch, atrévase y diga nombres y apellidos que los españoles desconozcamos y que estuviesen compinchados en la trama. Sea valiente y tire de la manta. No tire la piedra y esconda la mano. Si yo fuese Javier Gómez Bermúdez, presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y presidente y ponente del  tribunal que juzgó a Suárez Trashorras, al Chino y su banda, y al grupo de la yihad sentenciado y condenado por aquellos atentados, estaría muy indignado por  lo escrito hoy en ABC por Hermann Tertsch. Por  aclarar: Mowgly era el mote con el que Suárez Trashorras conocía a Jamal Ahmidan, alias El Chino. Y el “¡menuda la que armó Mowgly!” fue lo que dijo Suárez Trashorras a Gabriel Montoya, el tipo que recibió la dinamita de la mina Conchita y que confesó: “Los moros pagan con dinero y con hachís”. No quiero terminar sin recomendar a Tertsch el ensayo de Javier Gómez Bermúdez, “No destruirán nuestra libertad” ( Ed. Planeta) que resultó ganador en la III Edición del Premio De Hoy 2010. Leyendo se aprende.

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