Que el día 4, o sea, hoy, está entre el tres y el
cinco es algo tan evidente que no necesita demostración. La Iglesia conmemora
la festividad de san Antonio Farina,
fundador de las Hermanas Maestras de
santa Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones con el fin de educar a las
niñas pobres, sordomudas y ciegas. El único Farina del que yo tengo noticia es Rafael, salmantino, que en realidad se apellidaba
Salazar Motos y cantaba “Las campanas de Linares” como homenaje
a Manolete. Gitano gótico, fue hermano
de Calderas de Salamanca, que este
año hubiese cumplido un siglo, y tío de Diego
El Cigala, hijo de su hermana Juana.
“Campanas, /que agonía, / las campanas de
Linares,/ repicando, / noche y día, / bajo un cielo de alabares”. Y mañana,
día 5, es festivo en Zaragoza. Se celebra la cincomarzada en el Parque de Tío Jorge. Es una fiesta campestre
rescatada del olvido con la llegada de la democracia. Se conmemora un
enfrentamiento entre carlista e isabelinos que tuvo lugar ese día, en 1838. Una
guarnición de carlistas impidió el paso hacia El Maestrazgo de una expedición
mandada por Basilio García que, tras
abandonar Navarra, tenía intención de unirse a las tropas del general Cabrera. Ese general, mal informado,
dio por hecho que Zaragoza estaba desguarnecida y envió a Juan Cabañero a asaltar la ciudad con 2.800 soldados Infantería y
300 soldados de Caballería con el único fin de saquearla. Tras el fracaso
carlista, se añadió al escudo de Zaragoza la mención de “siempre heroica” y se le dio nombre a una calle; que, con el triunfo
de los rebeldes en la Guerra Civil se cambió por “Requeté aragonés”. Volvió a recobrar su antiguo nombre de “Cinco de marzo” muerto Franco,
siendo alcalde constitucional Ramón Sáinz de Varanda. Por cierto, los
pasteleros locales, que ya tienen un pastel para cada festividad, idearon una
especie de roscón en forma de “cinco”, que es una masa de hojaldre o de bollo rellena de nata o de chocolate con
forma de ese dígito.
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