miércoles, 20 de marzo de 2019

Magras con tomate



El 19 de enero de 2018 falleció uno de los periodistas que más ha influido con su personal manera de entender la cocina.  Cristino Álvarez, más conocido como Caius Apicius fallecía, como digo, cuando tenía muchas recetas culinarias todavía por contar. Ese coruñés se graduó en Periodismo por la Escuela Oficial en 1974 y a partir de entonces se incorporó a la Agencia EFE y se dedicó a la información parlamentaria. Fue a partir  del 31 de enero de 1981 cuando comenzó a escribir artículos semanales sobre gastronomía en diversos medios de todo el mundo. Diez años más tarde, en 1991,  recibió el Premio Nacional de Gastronomía y el 2014 ingresó en Real Academia de Gastronomía con un discurso sobre el vino y el Camino de Santiago. Su última crónica gastronómica (de las más de 3.500 que dejó escritas), publicada cuatro días antes de su muerte, se titulaba “En  blanco y negro” y hacía referencia a la “poularde demi-deuil” (pularda medio luto) con láminas de trufa. Por aquella receta sentía veneración. Pero Cristino Álvarez también tenía recetas muy simples, como aquellas “magras con tomate” en honor de las fiestas de Pamplona, que es la manera más sencilla de hacer un guiso que se consume de parecida manera también en Aragón y en toda la Ribera del Ebro. Nada del otro mundo: unas magras de jamón cortadas de un grosor de medio centímetro pasadas por salsa de tomate casero y que a Álvarez le gustaban acompañadas de dos huevos fritos. Señalaba Álvarez que no era necesario pasar las magras por la sartén. Incrementaban su sabor -decía- pero también quedaban más saladas, algo que no convenía a los hipertensos.

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