Hoy, 1 de abril,he querido comenzar como la novela de Jesús Torbado, o como encabezaba aquel último “parte de guerra” que
daba el triunfo de la Guerra Civil a un sátrapa de voz atiplada y de la peor
calaña que ha parido madre.Dicho
eso, vayamos por partes. Álvaro Nieto,
en su artículo “La culpa es de los
muertos”, aparecido en Vozpópuli,
hace referencia a los errores del Gobierno de Sánchez para intentar contener el foco de un coronavirus que ya
está causando más muertos en España que en Italia. Dice Nieto: “Los mismos
creadores que durante semanas nos ofrecieron la película ‘Aquí no pasa nada’ y
que luego, cuando todo estalló, nos mantuvieron entretenidos con ‘Hicimos lo
que nos dijeron los expertos’ y ‘Ya hemos llegado al pico’, este fin de semana nos han
traído su más reciente producción: ‘La culpa es de la gente, que sale demasiado a la calle, y de la
UE, que es muy mala y no nos quiere ayudar’.“Esta guerra se perdió -sigue escribiendo
Nieto- el día que nadie tomó medidas de prevención cuando saltaron las alarmas,
primero en China y luego en Italia. El día que, ya con el virus en España,
nadie se lo tomó en serio y se siguió actuando con negligencia. El día que, con
un par de focos muy localizados, nuestras autoridades fueron incapaces de cerrarlos
a cal y canto para no propagar la infección. Y, por supuesto, el día que la
improvisación, la descoordinación y el caos se apoderaron de los dirigentes
políticos”. Y en esas estamos. Por si ello fuese poco (casi mil fallecidos
diarios en nuestro país),el Gobierno ya
asume que tendrá que pedir un rescate al Mecanismo
Europeo de Estabilidad para intentar salir del cráter económico. Pero
Sánchez debe ser consciente de que ese fondo del MEDE es de 475.000 millones de
euros y que, probablemente, habrá de repartirse entre aquellos Estados que lo
soliciten. De la misma manera, Sánchez deberá ser consciente de que se prevé en
España un hundimiento turístico, que ha llegado a representar el 12% del PIB.
Pero lo más triste de esta lenta agonía, si cabe, es que dirigentes del PP y de
VOX, lejos de proponer soluciones constructivas en un intento de tratar de
mitigar esta “plaga bíblica”, se obcecan en poner nombres y apellidos a los,
para ellos, “responsables” del tremendo dolor causado por el COVID-19, como si
abrigasen la esperanza de poder llevar, cuando el dolor amaine, a los
Tribunales de Justicia a no sabemos quiénes. Se puede y se debe ejercer la
Oposición en el Parlamento en un Estado de derecho. Pero de eso a pretender un
nuevo Nürnberger
Prozesse hay un abismo. Aquí, el único responsable de las muertes y del
tremendo dolor causado es el COVID-19,
que se identificó por primera vez durante la investigación de un brote
en Wuhan
(China), que se propaga de persona a persona, que causa efectos deletéreos, y
para el que no existe de momento vacuna. Desde el Gobierno de
España se está haciendo, a mi entender, lo que se puede para contener la
pandemia; y la obligación de la Oposición es ayudar en la medida de lo posible
a ese logro, sin tratar de poner palos en la rueda. Y el trabajo de los
sanitarios es de una heroicidad sin parangón. Pero ni me gustó la postura del
socialista Felipe González (cuando
Sánchez formó Gobierno tras el acuerdo entre él e Iglesias) y dijo aquello de “es
como darle un cargo a Juanito y así Juanito critica menos”; ni me pareció
correcto, tampoco, que en mitad de la crisis del coronavirus, cuando todos los
españoles, incluidos los niños, estábamos obligados a permanecer en casa, Aznar (ese “rico europeo” como le define The
New York Times) y su mujer, Botella,
huyesen a Marbella teniendo su residencia en Madrid. Ambos expresidentes han
terminado por hastiarme. Se puede perder todo, menos la elegancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario