domingo, 24 de mayo de 2020

La picadura de la escolopendra

La derecha más rancia existente en España, además de VOX, anida en la fundación FAES, que preside Aznar. Y este hombre, el de la foto de las Azores, el que durante el inicio del confinamiento domiciliario de los españoles por el coronavirus se largó a Marbella, aprovecha ahora el peor momento del Gobierno que preside Sánchez para lanzarle un viaje en el lomo con su tralla de arreo: “Debe romper con Unidas Podemos si desea un pacto”. Esa fundación con nombre de laboratorio farmacéutico vasco, señala, según leo hoy en el diario El País, que  este es “un Gobierno fallido, y el destino de los proyectos fallidos es el de ser olvidados y, en último término, sustituidos. Si Sánchez plantea los pactos [de la Moncloa] como una forma de apuntalar su fórmula de gobierno con Podemos y los demás acompañantes, simplemente fracasará”. Aznar muestra su particular anafilaxia (la manifestación alérgica más grave que existe) hacia Pablo Iglesias Turrión, cuya picadura se le antoja más deletérea que la de una escolopendra. Y como carece de un antihistamínico que se contraponga a ese enfermizo trastorno, se dedica a lanzar correazos a troche y moche contra lo que no le satisface. Cuando habla ese gurú de la derechona, esa especie de pope Kalikatres que cree estar en poder de la cuerda de trenzado, Casado, que preside el Partido Popular, se limita a decir “amén, hágase tu voluntad y no la mía”. A mi entender, cuando un expresidente del Gobierno (no digo “jarrón chino”, porque los jarrones chinos permanecen silentes allí donde se encuentran) no tiene nada importante que aportar para el buen funcionamiento de España, lo mejor que puede hacer es callarse.  Como expresidente del Ejecutivo, Aznar tenía derecho a formar parte del Consejo de Estado, contemplado en el artículo 107 de la Constitución Española. Pero sólo formó parte de ese Organismo para hacerse una ridícula foto con bigotín, toga negra con insignia y puños rojos, y poco más. Prefiririó dedicarse a sus negocios privados, posiblemente mucho más rentables. En aquella jura, creo recordar que fue el 21 de abril de 2005, Aznar dijo que “por encima de las orientaciones políticas propias de cada Gobierno prevalezca la continuidad histórica de España y la voluntad de convivencia en libertad". ¡Qué risa! Menos mal que existen las hemerotecas.  Era el primer expresidente que decidía incorporarse a esa Institución después de que la Ley Orgánica que la regula hiciera posible que los expresidentes  pasaran a ser consejeros de forma automática. De hecho, en febrero de ese año remitió una carta al residente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, donde comunicaba su deseo de integrarse en ese órgano consultivo en calidad de “consejero nato vitalicio”. Pero en junio de 2006, año y poco más tarde, Aznar dejaba de pertenecer al Consejo de Estado por su incompatibilidad con su nuevo cargo en el consejo de administración de News Corporation dirigido por Rupert Murdoch. Aznar, que dijo hablar catalán en la intimidad, conocerá ese dicho de “la pela es la pela”. Todos recordamos cuando el 16 de febrero 2006 hubo un dictamen del Consejo de Estado donde se concluía que era posible, incluso deseable, una reforma de la Constitución. Pues bien, Aznar no sólo emitió un voto particular (algo que también hicieron Manuel Díez de Velasco y Luis Díez-Picazo) sino que además emitió un voto contrario a lo allí debatido al no estar de acuerdo con la modificación el artículo 2, ni en la no derogación del artículo 150.2 De paso, aprovechó para criticar  a Rodríguez Zapatero. Fue el único voto discordante. Cuatro meses más tarde, como decía, más galán que Mingo se largaba del Consejo de Estado por incompatibilidad con el cargo que le había ofrecido el magnate australiano de nacionalidad norteamericana. Lo malo, si me apuran,  no es que se haya ido, sino que pueda volver.

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