domingo, 24 de mayo de 2020

La nariz de Cleopatra (III)

Las crónicas cuentan que Carlavilla empezó a coger prestigio en su lucha contra el comunismo y la masonería en España y que él fue el encargado de detener a los responsables de intento de golpe de estado contra Primo de Rivera en 1929, entre ellos a  Sánchez Guerra y a varios oficiales de Artillería. Llegó a infiltrarse en grupúsculos comunistas para lograr su objetivo e incluso llegó a lanzar el bulo de que Azaña era homosexual. Más tarde se convirtió en el hombre de confianza del golpista Mola. En 1932, Carlavilla publicó “El comunismo en España” bajo el seudónimo de Mauricio Karl. Su éxito consiguió que se agotase de inmediato en las librerías de las principales capitales de España. Dos años más tarde, en 1934, publico otro libro: “El enemigo: marxismo, anarquismo y masonería”, donde daba nombres y apellidos de personas relevantes a las que señalaba como masones. Tuvo una querella por injurias que ganó Cambó y fueron secuestrados los ejemplares que todavía quedaban en los escaparates de las librerías madrileñas. En 1935 fue acusado por Ruano, como ya comenté, de estar preparando el atentado contra Azaña. Carlavilla, por esa circunstancia, fue expulsado del Cuerpo de Policía pero no ingresó en prisión. Huyó a Portugal temiendo represalias. Según el diario ABC, “Carlavilla había reclutado a cuatro hombres con los que se solía ver en la calle de la Bolsa de Madrid, esquina con Carretas, para preparar el ataque. Solía acudir a estos encuentros con un bigote postizo que se había comprado en una tienda especializada en teatro, con un sombrero gris y unas gafas postizas”. Otro de los lugares de encuentro era un hotel situado en la Carrera de San Jerónimo, alquilado por el capitán Díaz Criado. Según parece, la idea era tirotear a Azaña desde un coche recién adquirido justo antes de que este empezara su discurso en la Plaza del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan. Los autores, una vez cometido el atentado con resultado de muerte, habían programado enviar un telegrama a los otros miembros del comando diciendo: “Mamá grave”. Pero aquel mitin fue suspendido por la lluvia y Azaña, por fortuna para él, no se movió de Madrid.

No hay comentarios: