Nosotros, los españoles, escuchamos con harta frecuencia
aquello de “le engañaron como a un chino”. Pues bien, eso dirán los chinos, seguramente,
de los españoles después de conocer los 640.000 test rápidos defectuosos contra
el coronavirus comprados por Sánchez
a China por medio de un intermediario y sin licencia cuyo nombre no ha sido
facilitado, según reconoció el director del Centro de Alertas y Emergencias
Sanitarias Fernando Simón. El
ministro Illa, que sabe más de Filosofía
que de Sanidad Pública y que debe ser cliente habitual de los comercios de “todo a 100” soltó hilo a la cometa de
los desatinos declarando que se trataba de un “proveedor habitual” que contaba
con todos los permisos para actuar en la UE. Entre todos la mataron y ella sola
se murió. Ese es un refrán que se emplea (según leo en el Centro Virtual Cervantes) “cuando nadie desea asumir la parte que
le corresponde de responsabilidad de algún suceso infausto, en cuyo resultado han
contribuido varios factores”. Pues bien, “la expresión le engañaron como a un chino hace referencia (Chenta Tsai Tseng , El País, 17.04.2019) a los culíes chinos,
unos trabajadores no cualificados explotados por las élites occidentalizadas
peruanas vinculadas al colonialismo. Fueron los sustitutos de los esclavos
negros después de que el país aboliese su tráfico en 1854. Como consecuencia de
esto, apareció una trata a gran escala de personas asiáticas, principalmente
indias y chinas, llevada a cabo por los británicos para que trabajasen en la
extracción del guano. A algunos los secuestraron para después venderlos”. Los
españoles encerrados en casa, no por mor de la afición sino por orden del
Gobierno, además de los aplausos a los sufridos sanitarios a las ocho de la
tarde, deberíamos cantarle a coro a Sánchez: “¿Dónde
vas con batín de franela?, / ¿dónde vas masticando ciché? / A ducharme y
seguir la condena, / y a meterme en la cama después, / porque voy a
gastarme en botica / lo que me has hecho tú padecer…”. Digámoslo
claro: un Gobierno donde el ministro de Sanidad es un filósofo, donde la
ministra de Hacienda es una médico, donde otros ministerios se han
troceado en porciones como los quesitos de "La vache qui rit"
y donde se han creado cuatro vicepresidencias, algunas de ellas
innecesarias, los Consejos de Ministros de cada martes deben de ser lo
más parecido al camarote de los Hermanos Marx: "La parte contratante de la primera parte..., etcétera". No sé si me explico. No sé si me entienden.
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