domingo, 24 de mayo de 2020

La estructura de la vasija

Miguel Jiménez, en Vozpópuli, en su artículo “No hacía falta, Señor”, mete el dedo en la llaga con la fuerza de la lanzada del centurión Longinos y de la que sólo salió algo de sangre y agua, al hacer referencia a la última aparición de Felipe VI en televisión para leer (en teleprompter, como siempre) un breve discurso de siete minutos que le había escrito el Gobierno. Tal mensaje a la nación, según  Jiménez, fue insípido, incoloro e inodoro, como el agua de Jaraba. “Para eso -agrega- no hacía falta esperar tanto”. España vive momentos críticos, donde se ha juntado el hambre con las ganas de comer, o sea, la pandemia del coronavirus (sobre la que se transmite al ciudadano poco y mal),  la crisis económica derivada de esa endiablada pandemia, y los serios ataques a la Corona como consecuencia de los últimos datos publicados en The Telegraph  sobre algunos presuntos desvaríos del anterior jefe del Estado,  que ponen en entredicho si hoy la Corona como símbolo de unidad sirve para aquello que está destinada. Pero su posible desmontaje, en el supuesto de pretender llevarlo a cabo desde el Congreso de los Diputados,  parece harto dificultoso por no decir casi imposible. Sin embargo, pese a tales dificultades, parece difícil que la monarquía sobreviva mucho tiempo. Lo explicaba el pasado día 16 en Público el catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo: “La monarquía ha sido el problema por el cual no hemos enfrentado el debate de una posible reforma constitucional. (…) La Constitución del 78 está pensada para mantener la monarquía. El artículo 168 es una suerte de cláusula de intangibilidad para protegerla. Parece que evitan que se pueda reformar la Constitución para también excluir la posibilidad de dejar fuera a la monarquía en esa futura reforma. Ese es el problema de fondo que hay. La monarquía restaurada no soporta el proceso de reforma constitucional. En el momento en el que se plantee la reforma de la Constitución surge una pregunta: ¿qué hacemos con la monarquía? Estamos en una situación de parálisis. (…) A mis alumnos siempre les decía que la Constitución es una vasija que está cuarteada, que tiene rajas profundas, pero que tiene una tapa muy fuerte que hace que la vasija cuarteada se mantenga en pie. Si quitas la tapa, la vasija se rompe inmediatamente. La monarquía es la tapa del régimen del 78. Hace que el sistema político se mantenga sin que estalle, sin que salte por los aires. Pero, al mismo, tiempo le impide evolucionar. Porque reformar la Constitución también implica hablar sobre la monarquía y el cuarteamiento está dañando más cada día que pasa la estructura de la vasija”.

No hay comentarios: