domingo, 24 de mayo de 2020

Una anécdota sevillana

Cuenta Manuel Bohórquez hoy una anécdota muy graciosa en El Correo de Andalucía. Por todos los aficionados a la fiesta brava es conocido que Joselito y Belmonte se tenían una inquina especial y que los aficionados estaban divididos en dos bandos. Pues bien, resulta que en una de aquellas corridas que a Belmonte le salieron sembradas, sus seguidores le sacaron a hombros de la Plaza de la Real Maestranza, recorrieron todo el Paseo de Colón y cruzaron el Puente de Triana  entre vítores, aplausos y una gran bulla hasta llegar a las puertas de la iglesia de Santa Ana. Se empeñaron en pedirle al cura que les prestase un paso para “procesionarlo” por todas las calles. El cura aquel se echó las manos a la cabeza, intentó serenarles y le manifestó a aquellos aficionados que eso que pedían era imposible, casi un sacrilegio, y que él no podía prestarse a ese papel. De nada sirvió la insistencia de aquellos sevillanos. Hasta que en un momento dado, el cura, intentando calmarles, les dijo: ¡“Eso no puede ser. Si al menos fuese Joselito…!”.

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