domingo, 24 de mayo de 2020

Que cada palo aguante su vela

Una pregunta del Centro de Investigaciones Sociológicas ha levantado chispas en cierta prensa de la derecha. La pregunta que el CIS hace a los españoles es la siguiente: “¿Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación social, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener libertad total para la difusión de noticias e informaciones?”. Para el Grupo Henneo, por ejemplo, se trata de una “pregunta trampa por lo larga, por lo abstruso [¿esotérico?] de la redacción y por la mezcla que hace de conceptos diferentes e  incluso contradictorios entre sí”. Pero, ¿dónde está la trampa? Para el Grupo Henneo se mete en el mismo saco a redes sociales y medios de comunicación. El concepto de red social se utiliza para analizar interacciones entre individuos, grupos, organizaciones o hasta sociedades enteras. Pocas personas imaginaban que las redes sociales tendrían un impacto tan grande como lo poseen hoy. Pero el deseo de conectarse con otras personas desde cualquier lugar del mundo ha hecho que las personas y las organizaciones estén cada vez más inmersas en esas redes, como internet o cualquier otro medio. Si a ello añadimos el impacto que ha supuesto la aparición de la prensa digital y de libros electrónicos, el resultado final ha sido que la prensa de papel ha perdido en los últimos años publicidad de forma galopante y ventas de ejemplares. Y, también, que muchas librerías “de solera” hayan tenido que echar el cierre. Las fake news siguen y seguirán siendo  un tipo de bulos que consisten en un contenido pseudoperiodístico difundido a través de portales de noticias en la prensa escrita. Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Las noticias, por mucho que se contrasten, a veces se tergiversan a mayor gloria de no sabemos quién y a veces se omiten a beneficio de inventario. Dice Henneo (esa es la firma que consta en el editorial de hoy) que “una cosa son los comentarios que cualquiera puede hacer en internet y otra muy distinta los mecanismos de control y veracidad que mantenemos los medios de comunicación profesionales”. Pare el carro, amigo. Estoy de acuerdo que las noticias hay que contarlas tal como se producen, sin añadir nada de cosecha propia. Pero en la prensa de papel existe también el columnismo, donde cada firmante, a veces oculto con seudónimo, cuenta lo que le viene en gana siempre que su libre opinión no vaya en contra de la línea editorial del medio del que cobra. Puedo dar nombres y diarios de abruptas salidas de profesionales como quien hace churros: Ussía, en La Razón; Sánchez Dragó, en El Mundo; César Calderón, en Público… ¿Acaso Heraldo de Aragón, del Grupo Henneo, informó con equidad durante la Guerra Civil? ¿Y durante el oscuro franquismo? ¿Acaso no filtran a día de hoy las notas de los lectores? No entraré en ninguna discusión, no merece la pena. Ahí están las hemerotecas. Siempre recordaré a Anson siendo director de ABC, (el decía el ABC verdadero) cuando permitía que en su diario se pusieran noticias de este tenor: “Por fuentes generalmente bien informadas hemos conocido que…, etc.”. Y “esas fuentes generalmente bien informadas” todos sabemos de dónde provenían. En fin, aquí lo dejo. Que cada palo aguante su vela.

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