Algunos ciudadanos parecen estar nerviosos y ven
gigantes donde sólo hay molinos de viento. Tanto es así que determinadas redes
sociales sostenían que el Jefe del
Estado llevaba en su chaqueta unpin
con un tricornio durante su encuentro con jóvenes emprendedores y empresarios.
Hasta la periodista Rosa María Artal
escribía: “Imagino que este pin con un tricornio del Jefe del Estado español,
será una llamada para que no ensuciar la Guardia Civil con informes tan chapuza
como el perpetrado sobre el 8M, la pandemia y el gobierno. Pero debería
aclararlo”. Y aclarado ha quedado. La Casa Real ha informado hoy viernes que se
trataba “del botón de la condecoración de la Real Orden de Carlos III, de la que el rey es Gran Maestre”. De
cualquier manera, cualquier ciudadano puede llevar un pin en la solapa de su
americana representando lo que le venga en gana; verbigracia: unpin de un club deportivo, de la bandera
republicana, o de nitrato de Chile. Se ven menos pines de alféreces provisionales
(una estrella de seis puntas sobre parche negro) por simples cuestiones
biológicas; es decir, que el más joven de ellos tendría ahora un siglo. Siendo
un muchacho, incluso pude ver esa estrella de seis puntas sobre parche verde
que portaba en Calatayud el hijo de un comandante de Artillería de apellido Botey. Eso sí que se me antojaba que
era rizar el rizo de lo extravagante y grotesco. El color verde significa
esperanza. En el caso de aquel parche no sabemos esperanza de qué. Siempre se dijo
aquello de “alférez provisional, cadáver efectivo”. La realidad es que de
30.000 alféreces provisionales murió un 10%; o sea, unos 3.000 jóvenes. Pero,
claro, muchos alféreces provisionales, todos ellos de la zona sublevada y que
no murieron batallando, llegaron a hacer carrera en el Ejército mediante cursos
de transformación. Otros se colocaron en oficinas de los sindicatos verticales,
o se dedicaron hasta su retiro a dar clases de “Formación del Espíritu Nacional”, entonces obligatoria en
Bachillerato, en diversos colegios de frailes. La idea de aquel símbolo se
debió al general Orgaz. En palabras
del historiador Ángel Viñas, ”un
hombre [Orgaz] en el que se combinaban la vanidad, la falta de cultura y una
cierta timidez y provocaba explosiones que asustaban tanto a civiles como a los
militares”.
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