El mejor homenaje que se puede hacer a las personas
mayores, que parecen de cristal porque nadie repara en ellas, lo ha conseguido Yerai Fernández, un vecino de Benimamet (Valencia), en recuerdo
de los innumerables ancianos caídos por culpa de la covid 19 y enterrados en la más absoluta soledad, sin la compañía
de sus familiares más queridos. Yerai ha hecho una estatua de ochenta kilos de
peso que representa la figura de un viejo vestido con traje, sombrero, la
correspondiente mascarilla y unas zapatillas deportivas de una conocida marca.
Es la figura de un señor mayor con aspecto ye-ye que descansa sobre un malecón
de cemento. Tampoco falta una placa donde puede leerse: “En recuerdo a los fallecidos por covid-19".
La colocación de esa escultura ha coincidido -pese a que su autor no se
lo había previsto-con los diez días de luto nacional decretados por el
Gobierno. Un detalle digno de agradecer. Las estadísticas señalan que 4 de cada
10 personas mayores de sesenta y cinco años sufren lo que se conoce como “soledad
emocional”, que llega hasta el 48% en los mayores de ochenta años. José Joaquín León, en su artículo “La soledad de los ancianos”, publicado
en Diario de Cádiz (27 de mayo, 2020)
contaba que “cuando empiezan los días de luto oficial, se debe recordar que las
principales víctimas del coronavirus han sido los ancianos. En las residencias
de mayores se han vivido escenas más propias de la barbarie que de una sociedad
civilizada. También en algunos hospitales (sobre todo de Madrid y Barcelona),
donde era tal la acumulación de enfermos que dejaban morir a los mayores porque
no había tratamientos para todos”. (…) “Se ha llegado a publicar que han
arruinado a una generación de jóvenes para prevenir a los ancianos. Cuando esa
generación ha sido mantenida en los momentos de dificultades por sus mayores:
con sus pensiones compartidas, con el cuidado de los nietos, con el esfuerzo
que hicieron personas modestas para que sus hijos estudiaran y tuvieran un
futuro mejor”. (…) “Cuando por fin el Gobierno dedica a las víctimas del
coronavirus el recuerdo que se merecían, con el luto oficial, no olvidemos que
sobre todo es un homenaje a una generación de mayores. Ellos han dado por los
demás todo lo que tenían, incluso su vida”. La estatua de Yerai Fernández lleva
implícita el silencio mudo, perdonen el pleonasmo, de esas personas que parecen
transparentes y que ya no están entre nosotros. Murieron por un proceso vírico. También de pena, como los
perros abandonados en la carretera.
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