El lenguaje inclusivo me produce dolor de cabeza y
la pretensión del Gobierno de trasladar al “tocho” constitucional del que
algunos han hecho su Biblia ese lenguaje inclusivo, ni te cuento. (Recomiendo
la lectura del “Informe de la Real
Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas”).
Ninguna mujer, a mi entender, debe preocuparse cuando, por ejemplo, la persona
titular de un Ministerio señale que “la
pensión de los jubilados está asegurada por ley”. Dentro del adjetivo “jubilado”
(del verbo “jubilar “= conjugar) se entiende (como el valor en la cartilla de
la mili) que se refiere tanto a hombres como a mujeres. Leo hoy en la prensa que
Margarita Robles introduce
el lenguaje inclusivo en el Ministerio de Defensa en el último BOE sobre
la organización de las Fuerzas Armadas, al sustituir la expresión "el ministro de Defensa" por "la persona titular del Ministerio de
Defensa". Añade la prensa que “ello causa sorpresa entre generales y
almirantes por estos cambios de nomenclatura”. No me extraña. La estructura de
la Milicia, aparentemente modernizada, está tan cuadriculada como el cerebro de
las hormigas, como la Monarquía, o como la Iglesia. Por algo dijo el duque de Wellington, -según refiere Stanley G. Payne en la introducción de “Los militares y la política en la España
contemporána”- que “España es el único país donde dos y dos no son cuatro”.
A nadie se le escapa que hasta el siglo XX el ejército español fue empleado
casi exclusivamente para domar disturbios y mantener el orden interno. Con eso
queda dicho todo. Hoy eso sería sorprendente y de ninguna manera aceptado por
la ciudadanía, que corre con todos los gastos. También, España es el único país
del mundo donde a los que fueron presidentes del Gobierno se les sigue llamando
de manera oficial “presidentes” y al anterior jefe del Estado se le sigue llamado
“rey”, pese a su abdicación en 2014. Porque lo de “rey emérito” está fuera de
lugar. El único “mérito” de Juan Carlos
de Borbón fue haber sido designado sucesor por un general golpista ganador
de una guerra. Que yo sepa, el adjetivo “emérito” hace referencia a un profesor
de universidad que sigue dando clases tras su jubilación, en reconocimiento a
sus méritos, o a los obispos que por su avanzada edad dejan de gobernar una
diócesis. Emérito es el participio de los verbos latinos emereo y emereor, que
significaban “cesar en el servicio militar, obtener la licencia”. Lo que
sucedió fue que, ante una situación imprevista, Mariano Rajoy emitió un Real Decreto (470/2014, de 13 de junio, por
el que se modificaba otro Real Decreto (1368/1987, de 6 de noviembre) por el
que se conservarían los mismos honores que el heredero de la Corona. Pero, a mi
entender, sí será necesario modificar algo en la Constitución en el supuesto de
que algún día reinase la actual princesa de Asturias. En la actualidad no
aparece la palabra “princesa” en la
Constitución y la palabra “reina”
sólo aparece como consorte del jefe del Estado a título de rey en el artículo
58, muy de pasada. Todo se andará -como decía un maestro de escuela- si la vara
no se rompe.
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