Un barrendero, cuyo
nombre desconozco y que ejerce su función en zaragozano barrio de Las Delicias,
harto de que le abrieran los gamberros las papeleras y dejasen el suelo hecho
unos zorros, colocó el pasado jueves un anuncio en uno de esos contenedores
públicos del siguiente tenor: “El día que
te pille abriendo la papelera igual te la tienes que comer. El barrendero”.
Y un poco más abajo del mismo escrito: “Más
vale que no te pille”. Lo que ya no sé es si tal aviso disuasorio habrá tenido
resultados positivos. Que un barrendero avise con aplicar la Ley del Talión al individuo que saque la basura de una
papelera parece algo absolutamente serio. Por mi barrio lo querría ver, pero no
de barrendero sino de sheriff. O si lo prefiere, de marshal
(con el mismo origen que el
castellano “mariscal”), que queda como más elegante. Se le podría poner
un distintivo en el pecho, es decir, en vez de la típica estrella de cinco
puntas, una pegatina con la imagen del Tío
Lucas, aquel agricultor del Arrabal que se convirtió en escopetero y
lugarteniente de Jorge Ibor en la
defensa de los Sitios. Por todos es sabido que a la labor de limpieza se la
denominaba en los cuarteles, al menos cuando yo hice la mili obligatoria, “labor de
policía”. Si les digo la verdad, Zaragoza es una ciudad muy sucia, donde
determinados tipos no sólo rebuscan en los contenedores de basura sino que,
además, dejan fuera parte de las bolsas que abren y revisan ayudados de un
gancho. A ello hay que añadir la suciedad que se produce donde existen terrazas
de bares, los excrementos de perros que sus dueños no recogen en las aceras,
los escupitajos, los gritos a la hora de hablar a altas horas de la noche, el
poco respeto a los semáforos por parte de los peatones, la no cesión del
asiento en los autobuses a los ancianos, las pintadas en las fachadas, etc. Soy
consciente de que la limpieza urbana corresponde a los ayuntamientos, pero los
ciudadanos poco ayudan a conservar limpia la urbe. La educación debe aprenderse
de niño y en casa. Si esperan los padres que sus hijos sean educados en los
colegios, van listos. Confundir enseñanza con urbanidad equivale a no saber
diferenciar los roles de maestros y de padres. Tengo entendido que todo aquello
que está dentro de los contenedores pertenece al Ayuntamiento, pero nunca veo a
un guardia municipal poniendo orden en semejante desmadre, de la misma manera
que no veo guardias caminando por los barrios.
Los agentes de la autoridad, siempre a bordo de coches, sólo están
atentos en un claro afán recaudatorio a multar a infractores de tráfico. El
resto de irregularidades no parecen ser prioritarias para el alcalde Santisteve. Para bien, bueno sería poner en las calles de
ese sector en Las Delicias carteles con la leyenda “Ojo al barrendero”, al igual que Adif tiene dispuestos en los caminos rurales cruces en aspa con el
aviso de “Ojo al tren” próximos a los
pasos a nivel sin barrera. Malo es que
te pille el expreso de Galicia, pero que te topes con el barrendero de Las
Delicias puede ser de imprevisibles consecuencias si vas de graciosillo y le
pegas una patada en los bajos a la papelera. Si lo haces y el barrendero te
observa, ¡que los dioses te amparen, hermano!
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