domingo, 23 de abril de 2017

Miserere





Esto va de mónadas, como el Oficio de Tinieblas 5, donde en su mónada 8, Cela dice: “Hay cadáveres que no acaban de estarse quietos, que dan ligeros respingos, que tiemblan, que suspiran y piden clemencia y se quedan mirando [mónada 9] para las mujeres que les escupen en la boca”. (Las comas las he puesto yo de mi cosecha, el punto final, también). El Oficio de Tinieblas 6 lo acaban de escribir Pedro J, Ramírez en  El Español, o Ramón Pérez-Maura en ABC, que ya no sé muy bien dónde está el final de este endiablado laberinto. Aquí se habla de tenebrarios y de los Príncipes de las Tinieblas, que parece que son más de uno, y más de dos, y  hasta puede puede que más de tres. Son el seis, seis, seis, que intenta matar con la almohada de miraguano y funda de satén (ése no es el camino, que todo es como una letanía, ora pro nobis, ora pro nobis. Mónada 29) al causante de tanto desasosiego. “Sólo faltaba la expresión 'amiga de la casa', empleada por Casals para explicar a González cómo una magistrada de la Audiencia Nacional les dio el soplo en noviembre de que tenían los teléfonos pinchados, para que todo adquiera los contornos de la peor mafia siciliana”, señala  Pedro J. “Adán y Eva usaban una serpiente alimentada de pájaros para que les silbase el canto de los pájaros muertos, ruiseñores, calandrias, verderoles, jilgueros, mirlos, cuclillos, cada uno con su canto”. (Nónada 120). Cuenta Pedro J.:“Nada describe mejor la actividad de este individuo [Casals], encaramado al altar del duopolio, como la propia liturgia del Oficio de Tinieblas, en el que el celebrante va encendiendo y apagando las velas del candelabro de quince brazos o tenebrario, hasta dejar solo una viva. Cristina Cifuentes tuvo el jueves en sus manos la oportunidad de contribuir decisivamente a la regeneración de este país. Si hubiera ratificado ante el juez su versión de los hechos, reiterada en privado, la fiscalía habría pedido -y obtenido- medidas cautelares fulminantes contra los coaccionadores. Pero su propensión a nadar entre dos aguas, o tal vez una indicación desde lo alto, le aconsejaron ponerse de perfil, vaciando así de parte de su contenido penal las éticamente inapelables grabaciones de la UCO”. Y ahora González rumia en la cárcel su lujo frágil y Cifuentes toca con la flauta de tres agujeros el Miserere mei, Deus mientras un raro ventolín con olor a caries apaga el último cirio del tenebrario.

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