jueves, 20 de abril de 2017

La Cuesta de los Cojos





En el Origen etimológico de las calles de Madrid, Antonio Capmany Montpalau hace referencia a la Cuesta de los Cojos, situada en Carabanchel Bajo, cerca del Puente de Toledo, todavía inexistente y construido en tiempos de Felipe IV por Pedro de Ribera. (En la foto puede contemplarse una imagen de 1912). Allí se encontraba el albergue de San Lorenzo, donde acudían cada anochecida cinco cojos de los que dos de ellos habían perdido una pierna en la Batalla de Lepanto. De los otros tres restantes, dos habían sufrido serias amputaciones como accidente laboral durante la construcción del Monasterio de El Escorial. El otro se había roto una pierna al intentar subir a una de sus torres. Cuenta Capmany que se les daba  cena y cama todas las noches y que a la mañana siguiente salían a implorar caridad por  las calles aledañas. Los dos cojos de Lepanto conocían a  Miguel de Cervantes, que alguna vez acudía por allí y les socorría en la medida de lo posible. Cervantes llegó a decir sobre ellos: “Por premio de sus fatigas les quedó el sol y la lluvia, y la caridad, si hallaban quien la ejerciera”. Luis Cabrera de Córdoba, grefier del bureo de la reina Margarita de Austria, al que nombra Cervantes en Viaje del Parnaso, describió la batalla: “Jamás se vio batalla más confusa...”. Cabrera también ocuparía los cargos de escribano de ración del Duque de Osuna, siendo éste virrey de Nápoles, y cantinero de la casa real de Castilla a la muerte de Felipe II.

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