Juan Manuel Aragües
cuenta un chiste en El Periódico de Aragón, en su artículo “Franco en Andorra”. En una de sus
visitas al Principado, a Franco le
presentan a todos sus ministros, entre ellos el ministro de Marina. “Franco
se ríe y los andorranos le preguntan que a qué vienen esas risas. El contesta:
“Hombre, ministro de Marina, ¡si no tenéis mar!”, a lo que le contestan: “Oiga,
que nosotros no nos hemos reído cuando nos ha presentado al ministro de
Justicia”. Ayer la Justicia
española tuvo trabajo, y en televisión pudimos ver las lágrimas de cocodrilo de
Esperanza Aguirre y el modo
“sobrado” con el que se explicaba Francisco
Marhuenda. A ambos, a Aguirre, a la que le han salido hasta el momento 26
ranas de la charca, y a Marhuenda, que aseguraba a los medios en relación a la Operación Lezo que nunca
presionó a Cifuentes y que reconoció
que a Marisa González, jefa del
Gabinete de Cifuentes, le había llamado “zorra”,
eso sí, en lenguaje coloquial, les escuché la misma frase: “A la política hay que venir llorado”; “Al periodismo hay que venir llorado”. ¿Casualidad? No sé. Mariano Rajoy se montaba en el tren
para evocar el primer viaje del AVE Sevilla-Madrid, hace un cuarto de siglo. Y
en un arranque de valentía dijo que este año Fomento iba a invertir 1.300 millones
en la red de alta velocidad con destino a no sabemos dónde, tal vez a La Alpujarra. Lo que no
contó Rajoy es por qué razón a los viajeros de Madrid-Valladolid y viceversa
hay que subvencionarles el billete; o por qué motivo, en el tramo Olmedo-Zamora
los trenes de alta velocidad tienen parada en Otero de Sanabría, que cuenta con
26 habitantes. Hay muchas cosas que no se explican, o que yo no entiendo. Sobre
el feo asunto del Canal de Isabel II
me da la impresión de que sólo es un “cortafuegos” en un intento, no sé si
vano, por contener la cascada de desafueros que se le viene encima al Partido
Popular. Podría ser que lo de la
Banda del Canal sólo sea la punta del
iceberg de algo mucho más serio que todavía desconocemos. Tiempo le pido al
tiempo... En un Estado de derecho parece difícil de entender que no sea
relevado de sus funciones de forma fulminante el nuevo fiscal jefe de
Anticorrupción, Manuel Moix, que
intentó limitar el alcance de la investigación en torno a Ignacio González y tuvo que someterse a la Junta de Fiscales. Lo del
chiste de Franco que contaba Aragües es el mismo espejo donde ahora se acicala
con peine de carey Rafael Catalá,
anterior secretario de Estado de Infraestructuras y ahora ministro de Justicia
y notario mayor del Reino.
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