Resulta chocante la noticia de que dos norteamericanos,
hombre y mujer, hayan sido detenidos a las dos de la madrugada en el tejado de la Catedral de Zamora. Una
vez arrestados, ambos declararon que eran dos peregrinos del Camino de Santiago.
Pero lo cierto es que están acusados de intentar llevarse dos bolas y un trébol
de granito del siglo XVI que formaban parte del pináculo de la sacristía mayor
y dos remates de la cestería de la cabecera gótica. Colocarlos en su sitio,
según señala el Cabildo, costará alrededor de 300 euros. Lo que ya no entiendo
es cómo pensaban llevárse esas pesadas piedras los peregrinos. Deberemos tener
cuidado con nuestro patrimonio, no vaya a ser que una mañana nos levantemos de
la cama y se hayan llevado El Escorial o la Catedral de Burgos. ¿Por qué será que a nadie se
le ocurre llevarse el Valle de los Caídos piedra a piedra? Lo podrían colocar,
verbigracia, en el desierto de Arizona o junto a las pirámides de Egipto. Pero
el cimborrio de influencia bizantina y sus escamas de piedra de la Catedral de Zamora no
quedaría bien, añadiéndole unas patas, como cenador de la familia Donald Trump por mucho poder inmenso
que tenga. Además, transportarlo hasta Washington sería labor harto dificultosa. Aunque nunca se sabe. Les recuerdo
que en 1907 el Instituto de Estudios
Catalanes llevó a cabo una expedición a San Clemente de Tahull por dar a
conocer la obra de su iglesia. En 1915, se alertó sobre el interés en comprar
pintura mural de los Pirineos catalanes que mostraban coleccionistas
estadounidenses, como Hearst o John Davison Rockefeller, y del expolio
al que estaban sometidas las obras. De hecho, algunos párrocos ya habían
vendido algunas piezas a coleccionistas y museos, o sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario