Esto va de mónadas, como el Oficio de Tinieblas 5, donde en su mónada 8, Cela dice: “Hay cadáveres que no acaban de estarse quietos, que dan
ligeros respingos, que tiemblan, que suspiran y piden clemencia y se quedan
mirando [mónada 9] para las mujeres que les escupen en la boca”. (Las comas las
he puesto yo de mi cosecha, el punto final, también). El Oficio de Tinieblas 6 lo acaban de escribir Pedro J, Ramírez en El Español, o Ramón Pérez-Maura en ABC,
que ya no sé muy bien dónde está el final de este endiablado laberinto. Aquí se
habla de tenebrarios y de los Príncipes
de las Tinieblas, que parece que son más de uno, y más de dos, y hasta puede puede que más de tres. Son el
seis, seis, seis, que intenta matar con la almohada de miraguano y funda de
satén (ése no es el camino, que todo es como una letanía, ora pro nobis, ora
pro nobis. Mónada 29) al causante de tanto desasosiego. “Sólo faltaba la
expresión 'amiga de la casa',
empleada por Casals para explicar a González cómo una magistrada de la Audiencia Nacional
les dio el soplo en noviembre de que tenían los teléfonos pinchados, para que
todo adquiera los contornos de la peor mafia siciliana”, señala Pedro J. “Adán
y Eva usaban una serpiente
alimentada de pájaros para que les silbase el canto de los pájaros muertos,
ruiseñores, calandrias, verderoles, jilgueros, mirlos, cuclillos, cada uno con
su canto”. (Nónada 120). Cuenta Pedro J.:“Nada describe mejor la actividad de
este individuo [Casals], encaramado al altar del duopolio, como la propia liturgia
del Oficio de Tinieblas, en el que el
celebrante va encendiendo y apagando las velas del candelabro de quince brazos
o tenebrario, hasta dejar solo una viva. Cristina
Cifuentes tuvo el jueves en sus manos la oportunidad de contribuir
decisivamente a la regeneración de este país. Si hubiera ratificado ante el
juez su versión de los hechos, reiterada en privado, la fiscalía habría pedido
-y obtenido- medidas cautelares fulminantes contra los coaccionadores. Pero su
propensión a nadar entre dos aguas, o tal vez una indicación desde lo alto, le
aconsejaron ponerse de perfil, vaciando así de parte de su contenido penal las
éticamente inapelables grabaciones de la
UCO”. Y ahora González rumia en la cárcel su lujo frágil y
Cifuentes toca con la flauta de tres agujeros el Miserere mei, Deus mientras un raro ventolín con olor a caries apaga el último cirio del tenebrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario