El circo español
Choca, al menos me choca a mí, que en democracia y en un Estado
aconfesional como es España, los cuarteles tengan las banderas a media asta en
señal de luto hasta el Domingo día 16 por la conmemoración de la muerte del Mesías, algo que sucedió en Jerusalén
hace más de dos mil años. Una orden del Ministerio de Defensa enviada al JEMAD
ordena su cumplimiento “en todas las unidades, bases, centros y
acuartelamientos”. Esa norma no parece estar contemplada en el Real Decreto
684/2010, siendo Carme Chacón
ministra de Defensa, donde se establecía que las banderas solo podían colocarse
a media asta los días de luto nacional o por el fallecimiento del titular de la Corona, del presidente de
Gobierno y de militares muertos en acto de servicio. Una medida también de
obligado cumplimiento a los buques de la Armada. A mi entender, María Dolores de Cospedal, actual titular de la cartera de Defensa,
debería aplicar tal Real Decreto con el rigor necesario. El Ministerio de
Defensa ha informado a la Asociación
Unificada de Militares Españoles, ante la denuncia de esa
situación, que “el ondeo a media asta de la Enseña Nacional en
determinadas fechas, como el Viernes Santo, forma parte de la tradición secular
de los ejércitos, que está integrada en la normalidad de los actos de régimen
interior que se celebran en las unidades militares”. Según tengo entendido,
existe una versión de esa distancia en el mástil equivalente al ancho de la
bandera que se entiende como una forma simbólica de dejar sitio a otra bandera
imaginaria que se supone que ondea por encima, la llamada “bandera invisible de
la muerte”. Según
otra versión, proviene de antiguas
batallas navales donde se arriaba la bandera a media asta en señal de
rendición. Parece ser, en cualquier caso, que el uso de las banderas a media
asta parte de una costumbre iniciada en 1612 por la Armada inglesa tras el
asesinato del comandante de una expedición que exploraba las costas de
Groenlandia y que haber puesto la bandera a media asta sirvió para comunicar a
otro de los barcos de la misma misión ese fallecimiento. Está claro que
Cospedal, tan amiga de lucir mantilla y peineta en las procesiones del Corpus toledano, pretende ahora que los
cuarteles sean lo más parecido a la lorquiana Casa de Bernarda Alba y que los
guardias civiles, en los acompañamientos a peanas con vírgenes condecoradas por
Jorge Fernández Díaz, lleven el
tricornio a la espalda con el barbuquejo rodeando el cuello, las cachas del cetme hacia arriba y la bocacha apaga
llamas hacia abajo, como en los mejores tiempos del nacional-catolicismo. Aquí parece normal hasta que unos legionarios se acerquen en Málaga a un hospital donde hay niños con cáncer para cantarles eso de "soy el novio de la muerte...". Este país no es serio.
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