El CSIC asegura que la tortilla de patata se inventó en
Badajoz por un tal Joseph de Tena Godoy y Malfeyto y el marqués de Robledo en 1798, buscando un alimento nutritivo y barato
que aliviara la hambruna que asolaba Europa. Se trataba de “unas tortitas” de
una masa mixta masa que consistía en un 60% de patata y el resto de trigo;
levadura y agua. Sin embargo, a día de hoy el documento más antiguo conocido
donde se menciona la existencia de una
tortilla de patata data de 1817, en Navarra, según publicó el
historiador José María Iribarren en
la revista Príncipe de Viana en 1956.
Tena Godoy describe así la reacción de su gente: “Yo no puedo ponderar a vuesas mercedes la admiración que causó a todos
los que estaban presentes haber visto lo que crecía la masa en la sartén y el
gusto y delicadeza que sacó después de frita. Todas las señoras votaron que de
esta masa, particularmente si se mezclaba con huevo, se haría la más excelente
fruta de sartén”. Ahora me entero de que la tortilla de patata contará en
Villanueva de la Serena
con un monumento. Mónica Calurano,
concejala de Cultura, ha declarado a los medios que la escultura se emplazará
en “un espacio abierto, emblemático y de gran tránsito de la ciudad”. A tal fin
destinará el Ayuntamiento 17.000 euros. Aplaudo la idea, aunque el monumento
debería hacerse en algún lugar de España, pongamos Madrid, en honor del excelso
cocido. Sobre el cocido dijo Gregorio
Marañón que durante la posguerra había salvado más vidas que la penicilina.
Si lo dijo él, destacado médico endocrino, seguro que fue cierto.
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